jueves, 28 de enero de 2016

De alguna manera, somos el alma de Paul Celán en toda su extensión y profundidad, sin tiempo ni espacio que nos diferencie ni nos separe. Las mismas angustias, la misma penitencia, las mismas soluciones. Con razón el verso de la poetisa para poner palabras a una solución.








CENIZA 
                Sólo morir les saca  la verdad de la aflicción. Nelly Sachs[1]
                                       


De profundis, con la vida en el fuego, arde  la ceniza.  
Por compasión,  un miserere; en ruta con las palabras,
la invocación es  garganta y alma con sonido, los ecos 
de un clamabo en  la consunción,   camino de la nada.

 En la pereza , ánima trémula por el dolor, memento
en ebullición por la alegría de vivir, lejos de Jerusalén,
busco al Celan y su  cerámica del sufrir, el agua gaseada
en polvo que termina por fin con las brujas de su devenir:
corrosiva  memoria  para tanta fe sin la  esperanza  en el hueco
del mañana, ¿dónde la pirámide que guarde en sí la brisa
de un amanecer? tal vez si el relámpago vibra y  esconde la luz
cual botín de guerra encendida, sin nadar y romper el color
y destellos en el túnel  de Mirabeau,  aguas contra el olvido,
todas las formas huyen de los dedos sin manos que
rompen los sentidos y desdibujan el corazón.

Y si los ojos,  cual  urnas o  copas de cristal, negras,
son campos de soledad donde un viento  de cuchillo
nos traspasa, más allá del silencio ni huellas o sombras
 contra  la finitud: el soplo  y  polvo enamorado.



[1] Viaje a la trasparencia.- Editorial trotta. Pag.301
De alguna manera, somos el alma de Paul Celán en toda su extensión y profundidad, sin tiempo ni espacio que nos diferencie ni nos separe. Las mismas angustias, la misma penitencia, las mismas soluciones. Con razón el verso de la poetisa para poner palabras a una solución.








CENIZA 
                Sólo morir les saca  la verdad de la aflicción. Nelly Sachs[1]
                                       


De profundis, con la vida en el fuego, arde  la ceniza.  
Por compasión,  un miserere; en ruta con las palabras,
la invocación es  garganta y alma con sonido, los ecos 
de un clamabo en  la consunción,   camino de la nada.

 En la pereza , ánima trémula por el dolor, memento
en ebullición por la alegría de vivir, lejos de Jerusalén,
busco al Celan y su  cerámica del sufrir, el agua gaseada
en polvo que termina por fin con las brujas de su devenir:
corrosiva  memoria  para tanta fe sin la  esperanza  en el hueco
del mañana, ¿dónde la pirámide que guarde en sí la brisa
de un amanecer? tal vez si el relámpago vibra y  esconde la luz
cual botín de guerra encendida, sin nadar y romper el color
y destellos en el túnel  de Mirabeau,  aguas contra el olvido,
todas las formas huyen de los dedos sin manos que
rompen los sentidos y desdibujan el corazón.

Y si los ojos,  cual  urnas o  copas de cristal, negras,
son campos de soledad donde un viento  de cuchillo
nos traspasa, más allá del silencio ni huellas o sombras
 contra  la finitud: el soplo  y  polvo enamorado.



[1] Viaje a la trasparencia.- Editorial trotta. Pag.301

miércoles, 20 de enero de 2016

Para explicar la confusión: el oximorón. Por medio de la palabra, el oximorón expresa la confusión, el desorden, las contradicciones de la vida y la realidad. 


GARABINOS PARA LA MEMORIA.

                 Con la vida hecha añicos, despedazado el cántaro;
                 rota la soledad como una urna; [1] Carlos Bousoño.



Eran tenazas los mimbres de su corazón y rudos los dedos
de tanto asir para vencer  la fuerza y el descomunal consuelo
que abre  los manos al remolín  de la vida. Controlar
sus desafueros con el tacto de la delicadeza y sus pestañas
de añil: sueños de King-Kong y la tersura de una piel.

Los recuerdos: un  aire de papel.


Con rutinas que eran olas de piedra , cual Everest
engastado  en  palabras del dolor; las remotas
cumbres donde  los dioses rezuman los brazos de Sansón:
astillas de  finitud contra el destino y sus elementos,
la delicadeza y los ojos de cristal  cosen  la ternura,
con ellas, a los reflejos donde habite el olvido.

De la resistencia y su magnitud, sólo la nada con
su mezquindad y el olvido. O el fervor del responso
y las ruinas de la inteligencia. Tal vez  nimiedades incógnitas,
como huellas  de tu devenir, sean, por siempre,
los  garabinos para tu memoria. Los que  dan la sangre
a los ríos que surcan tu nombre y quizás tu memoria,
la muleta del tiempo sepultado entre ortigas.




Juan  Manuel de  Prada.- ABC DE 18 DE Enero de 2016.

Toda la escritura total de Cela se resume en esta tensión entre piedad y crueldad, lo que la hace embriagadora como la propia vida. Porque en el torrente de su prosa hallamos siempre la tumultuosa,
feroz, delicada vida.



[1] Formulación del Poema.- Las monedas contra la losa

domingo, 10 de enero de 2016

Hace unos días, Mael, el fíu de Manolin y Consuelo, de limpieza en la casa de los padres por fallecimiento, sacó a la vía pública en La Mairá, los cebatos que ficieron payar durante más de 60 años en la cuadra que está pared con pared con la casa. Preguntado por ellos, me dice que los quieren algunos vecinos para encender la cocina. Sin embargo, unos ojos oportunos los visten de arte y los reclama para dar gusto a su imaginación con una escultura.En consecuencia, les hago una revisión y compruebo su estado para  rescatarlos contra el olvido y la ignorancia.Y si  merecen la consideración de pieza de arte, pese a la polilla que los carcome,  con sumo cuidado los recojo y transporto y los preparo para que la artista construya con ellos la imagen de aquellas familias que eran familia para sobrevivir: el poder del arte y el valor de la artista para rescatar a la sociedad rural del olvido que será muy pronto, cerca de mañana. Aquella sociedad herida por  la fame como mordedura en la carne, y el hambre, como puñal atávico clavado en su corazón.            



Cebatos                                               



                                   Hambre y cebolla, 
                                   hielo negro y escarcha 
                                   grande y redonda..-M.Hernández.       

                                    

¡Ya no!.Sí  entonces, cuando el hambre y sus miedos trenzaban,
con lluvias y vientos,  el aliento de vida que succiona
el alma de los sentimientos: contra tanta miseria y por la
dignidad de tanto  silencio y por  respirar para sobrevivir
en el día contra el cielo y sus avatares: el espejo
de la esperanza. Sin edad, sí,   eran manos y palabras
por  la sabiduría ancestral. Eran cuerpos  por el deseo
y las ansias de vivir de alegrías y sueños en paz irritados
por la intemperancia del hambre y por  la muerte del amor.
Es lo que son desde siempre hasta esta memoria: cuenco
donde maceran y amansan las fieras que nacen en el nial del cuco.  

Contra aquel  apetito  de lunas y noches y vuelos  sin número,
contra tantas muecas que visten vírgenes de soledad y abandono,
en aquel entonces todos los dedos, en la casa del padre,
tejían los lechos donde   moría el tiempo. Son los cebatos,
los hijos del cibum, donde  el pan milenario dormía
en brazos de una esperanza, y era el camino que abría,
contra la nada,  el ingente esfuerzo de todos: la fame
abrochaba los corazones  en  familia y hacía de las manos
con los ablanos, pirámides donde la destrucción o el amor
amasaban el ansia de eternidad con hambre atávica

que ahogaba las ansias de vivir en las suelas del corazón.