jueves, 28 de diciembre de 2017



Bálsamo contra los  recuerdos


Me refiero a los que te dicen y te hacen como pasos de caracol
para hacer del tiempo la guitarra sorda
que espanta la lluvia, el sol y las palabras; una tragedia
por la soledad ajena a los acordes sin partitura que sonaban
 en los vacíos vigilantes de nuestra  ruta, un olvido que vivía
en los andares de la acrobática perdiz.  Como las saetas
de aquellos mancos que nos hacían de cordel
cuando las promesas  fueron ladridos
de nada para el sexo por todo, entonces
miro los barros que  hacen los recuerdos, y una diabólica
sonrisa  me retuerce el tiempo como un pistolero
ensañado entre  el rencor y las balas  de su revólver.


Por todo ello, sin apellidos como los parias que te pueblan
en la sequedad de tus horizontes, sin esperanza ni convencimiento
para recordar - y sin  complemento directo-, un bálsamo
contra  la genialidad que te gusta regalar, sin fundamento,
sería, entre sonrisas y medias mentiras, - Vete a la mierda,
corazón. Y cuando llegues, convéncete que ni zumo
rezumas  por ser fruta podrida e  ya intemporal.

lunes, 25 de diciembre de 2017

La nieve como endecasílabo de la vida: En este instante, breve   y duro instante ....



 JÁCOME


Nunca será lo mismo  un Fernández  que apellidarse Jácome; y la diferencia  se acentúa si  se   presenta un libro en la Casa de Cultura de Pola  que se titule Pequeñas notas para una canción de invierno;  poético donde los haya, este título anticipa la  capacidad creadora del autor,  como fotógrafo,  por la sensibilidad que encontramos tanto en los temas inesperados que calcifica con su cámara como  en la selección de los mismos. Y  cual homérico Héctor de tremolante casco, por el moño que corona su testa, hace  creíble para  sus fotos lo que dice Charles Simmons sobre el amor en su novela Agua salada: el amor es mágico porque crea algo de la nada. Por eso me entenderá si le escribo que las fotografías buenas no son reales, son estampas sobre lo que uno piensa o siente   sobre lo real; como si  el arte fuese un refugio de la realidad de quien  usa la mirada como recurso principal para ser una sombra del tiempo, ocre como el otoño.  Por eso,  nos atrevemos a decir que la idea que recorre el libro como hilo de Ariadna,  es la fugacidad. La misma que da vida a la nieve que   le sirve a Héctor para dejar constancia  de su formación académica con la línea y la exactitud  por  argumento principal. Aunque claramente se deja entrever,  como alma atormentada,  que un día dirá, como  decimos todos: Ya somos todo aquello // contra lo que luchamos a los veinte años. Para ser dueño de los versos del poeta mejicano Pacheco, sabrás que será  un proceso arduo y difícil que te pone en el camino de hacer poesía con la luz, el color  y el sufrimiento como temas  únicos, con variaciones. Sabiendo, también, que  esos sustantivos remozarán el objetivo de tu cámara,  y harán de ti un maestro que sabe dónde está el Utriru y eleva su fotografía a la categoría del blanco y negro, sublimes, igual que el gorrión al que hiciste prisionero  un día sin fecha que había nieve y frío en la Pola de siempre, con sus miradas perdidas y sin futuro. Y  que nunca más  bajará  a las soledades del jardín y de pronto lo espanta una  mirada. Y alza el vuelo sin fin, alza su libertad amenazada para darte  una idea desde  el alambre  donde penden tantas cosas de nuestras vidas. Como tu gorrión. 

miércoles, 20 de diciembre de 2017




Lluvia de estrellas.



Así en la tierra como en el cielo, padre nuestro; en el cielo,
 lluvia de estrellas a cientos como palabras del  universo
y  los sustantivos en común que nos hacen prorrateo con su afán
indigno de la diferencia: todas son y brillan y deslumbran  en la noche
tan oscura del alma como su fugacidad. Son todas de  lesa humanidad
en gavilla cuando nos hacen del  ojo, la imagen- destello
del vivir sin tiempo y en condena  como la fugaz palabra del amor:
empaladas en los  mitos y  sus pasiones, únicamente el nombre es  la memoria
que lleva a las espaldas,  en sus Gemínidas,  los avatares de tanto furor
embaucado por el deseo y los plumajes  para los apetitos de la pasión.  

Táuridas, Úrsidas o Perseidas son fuegos artificiales del pallida mors
que nos habita con el ansia de vivir y  tantos  desatinos
de impacientes  viajeros por caminos  rebosantes  de  la nada.
Es la misma, devota del  Caronte y vivero de las muecas,
que destila  a medias,  sonrisas de hielo, nuestro fin principal:
ser engañosos cometas de textura frágil, como la palabra o
la  lluvia de estrellas. Las mismas que nos dicen cuando brillan 

que no sabemos ni adónde vamos ni de dónde venimos: la ironía del vivir

miércoles, 13 de diciembre de 2017






Maternidad: las ciento cuatro y mil raíces de la vida.




¡Niños! Almas del alma y ansias asidas al credo de la palabra: la nieve
y las yemas de sus dedos como árbol con la esperanza del rayo que arde
en las risas de sus ojos y en la esperanza de  su infinitud, el instante.
Son tus niños. La magia del amor asida a las raicillas que embridan el tiempo con el silencio
y el recuerdo contra el olvido: hijas de la mano amorosa y las tiernas
miradas que hacen formas de las ideas, acumulan sabores con el agua
y con esta nieve, al día de la fecha, por noviembre, en Carraluz,  abren a la tierra
el apetito de una maternidad. Aunque por tu mano duermen en el riego
su intimidad,  la esperanza de trascender hacen de tu persona, como
estas hijas de la tierra, tus cebolletas, los milagros del credo y la confianza:    
cuando llegan a tu sabor o son lágrimas en tus ojos de ilusión, hacen de tu corazón
los planetas de la oscuridad;  cada una de las ciento cuatro y sus mil raíces de la vida, 
hijas del tacto que te habita, cada lluvia que brota en busca de la luz en el centro
de su corazón, es un clamor. Te llaman para que participes de ellas en cada una
de sus argucias para sobrevivir; para que seas la fuerza que las embriaga cuando
sueñan, como tú, con el aceite derramado en el verde del sabor y el color.
Aman tus dificultades y te prestan  las venas  para tu resurrección. Sustraen
al invierno  todas las formas y ventiscas que sirvan para afianzar
las tormentas de tu alma al lienzo acristalado como miel; para que sean  el trazo
demoledor del cansancios o las asperezas del vivir; para que hagas de tu
mano  la nieve donde ellas beben las palabras asidas a la maestría de las ciento
cuatro y mil raíces de la vida que tienes en Carraluz, donde el amor es una revuelta
en el camino, la forja en tus colores y palabras con el fuego de tu pasión.


lunes, 11 de diciembre de 2017





SUMA.-
          Para Ana.

Aquella suma que multiplicas por mil por las cientos de  almas en cada palabra,
Es la poesía.

Y  las tentativas  entre tantos  dedos de tus propias manos, es la poesía:
 tinta en la sangre para  un  corazón.

Aquel rebozo de tanta tristeza, ¿cuándo es poesía? Sólo en los ríos de tu voz
 si te ríes o rompes y caminas  en el dolor de las sombras que nunca señalan.

¿Quién lo diría? Tiene tu nombre y nunca lo escribes.









Sin apellidos: la poesía tiene una sola realidad: el sufrimiento.

                 - Josefa la Penana
                                         
                                           … fuera de las lindes del corazón.



Mitigar el amor. Abrazó Caronte a tu hijo en el
Mítico Pontón, Estigia  donde, en súplicas,  rompías   
Las entrañas para sorber su dolor:

Santumadero.

Fueron tus pasos, entonces, pájaros muertos.
Sin andares y ciegos, roto el navío,
Los cuarentas dedos  traían tu elixir  para lijar

Los ojillos de madre: era el punzón que buscaba tu
Gólgota particular, la fuga de Patinir y sus oscuros barrancos,

Para retornar al amor, al hijo, a la esperanza.
La exactitud de las matemáticas.




Números




No son tus números los que llevo en la piel.
Están en la sangre de mi memoria, incrustados,
a fuego, por el calor de la nieve.

Prisionero de la insistencia ¿cómo salir de las púas de tantos alambres? Son canes feroces los que ladran
Tus silencios, y los miedos cercan y doblegan la espina
De aquella esperanza.

Para que lo entiendas: es el Aramo y sus nubes,
Negras como el amor sin palabras, negra leche
que bebo al amanecer.

miércoles, 6 de diciembre de 2017







  POR FIN
           Unas nubes redondas, blancas, pasan lentamente sobre el cielo azul en la lejanía. Azorin
               
Mejor la muerte que vivir sin amor. ¿Será, sin el rayo,
la torre de azul más piedra  para sobrevivir? Estrecho
lazo de muerte para resucitar la vida y buscar el trallazo
que pare el golpe del abrazo: dignidad para tanto nombre
que se esconde en la estampida del beso,  nunca de rutina,
labios ofuscados que son colores del corazón  para el alma.

Te hablo con la sangre, en el rincón de Asturias
que sabes displicente,  donde la miseria mastica
 los sentimientos; los piensa retales y  hacen
del amor un traje raído, pana desvaída
y sin botones, con lamparones de la desidia
en los ojos. Son así: quienes succionan la vida
en nuestro corazón son la envidia y su amiga,
sin duda, la mezquindad: los de siempre.

Es lo mismo. Allá ellos. Somos  tu y yo, y lo sabemos:
esa fuerza corregida por el roce  que revive
la palabra, nuestro fuego, el tacto y la brisa,
la fatiga del tiempo  cuando  sus pasos buscan
las huellas de nuestros dedos. Nuestro ámbito
es la vida y los cielos de tus ojos, sus tormentas,
esas nubes juguetonas que nos miran hoy como
sombreaban, en tiempos, el huerto de Melibea,
donde los amantes se decían, como nosotros,
de hoy para mañana … y siempre. Y miraban
al cielo donde eran, contra el olvido, palabra
en el tiempo, contra la muerte: por fin.
Corazones con palabras para Errasti.


Pesadumbre
                                                     Lo siento, Eduardo.
Me pesa la vida y me jode la falta de humor. Me gustan los
poemas de Errasti : se cisca en todo  y su desenfado con la del quinto
que se pinta los labios para lucir el coche y sus caballos
pese a un  marido cornudo , fue un poema con el premio mayor de la risa:
edición  agotada en los mentideros de la miseria,
era un político de renombre, pésimo vendedor de churros
a la prensa y sus canoros petirrojos vestidos de azul y sudadera.

Hay, sin embargo, tiznes de ternura en los lametazos
que juntos le damos a la esquina de la sonrisa que nos busca
cuando, en el café,  el tontaina  que escucha, se ríe de los azotes
que damos a las vocales que entafarran la tostada de miel y
soledad a la que pone cara de enteradillo: sabe de nuestro amor
por los débiles de corazón que son un poema sin dedicatoria.

Escapamos,  como sea, de la vanidad. Hacemos nuestros tus colores,
amor, con la caza de  LOS DIAS, aunque no competimos: con Eduardo
y páginas de  sarcasmos-cual tabaco de pipa-,   y los sin fin de Fernando, 
melismas,  costumbre inveterada, prevaricamos el instante
con tu nombre, mi Soni, reina del corazón, para que la vida
sea un caramelo en el pirulí del arte: el consuelo para tanto
corazón desalmado  que rebusca en la vida como si hoy 
fuera el  mañana,   cuna  de un desamor, el triunfo de las virtudes 
de Mantegna, ejemplo claro del canibalismo con la sonrisa
en los labios que azota los vientos que respiramos: vámonos lejos
del paraíso terrenal, España, poso  en el cáliz de oro,
el trazo sin tinta de un pirueta  en el aire, nuestra desazón.





Una escena
                        En este instante, breve y duro instante,
                                                    cuántas bocas de amor están unidas
                                                    cuántas vidas se cuelgan de otras vidas
                                                    exhaustas en su entrega palpitante.- A. González[1].



   
                                                  

Que somos, sin tiempo, padres de los instantes que aprovechan los momentos, es lo que dicen quienes, imaginarios de nuestro amor, hacen de los días las fechas de navidad. Y tienen razón: una brisa de ternura arrima nuestros corazones al fuego  donde el pan es candela del hambre que nos transita cuando somos y estamos en los dos. Para distraerla,
una puerta te presta la clavija que abre al envés de su corazón: cuidadosa de sus sueños,
buscas la victoria del tiempo cuando le das forma fuera  de su piel, un toque de ilusión. Y mientras, camino  por tu alma en compañía del marqués de Bradomín: me escuchas atada a tus tareas, en silencio, relajada: ya son ascuas los leños  que  hacen mágico el tiempo que restamos a la puesta del sol antes del viaje, tres días antes de la noche de navidad.   



[1] Palabra sobre palabra. A. González. Barral editores.1972.

domingo, 3 de diciembre de 2017


Ulises encadenado por esta maga de los deseos y de la palabra. Merece la pena la historia para saber en que nos convertimos si nos arrastran. 





C I R C E



¡Los deseos, Circe!

En tus deseos, Circe, el corazón de los sueños.

Los deseos, Circe, que  retratan,  fieros, a quien  reza infernales pasiones grabadas por  mastines en los espejos del alma: lo sabes.

¡Domesticas el miedo! Para ti, son violines los truenos, látigos implacables
Tus airadas palabras. Diamantes que  horadan las simas de una
Pasión encainada.


¡Los deseos, Circe!