lunes, 12 de agosto de 2019







La finitud

Me cerca la finitud  con  palabras lánguidas y memorias
que afloran cuando llueve  con sol o un aire
descubre las letras de tu nombre allá, en  mi  secarral.

Me cerca la finitud. Es soga al cuello,  inexorable;
y si acaso los días,  asfixiantes, tampoco ayudan; entonces
ni el verso ni la pluma ni las manos entrelazadas
con tu sonrisa, me hacen libre de la finitud.

¡La finitud!: sombras con su nombre me rodean
 y aparentan sabe
Dios qué tiempo ni que momentos
para tan largo viaje, como un instante sin reloj,
sin números y casi sin palabras.

¡Difícil!  Y valga  como plegaria:

¡más que la muerte, el amor!: y si me voy,
a quienes me esperan les llevo gramos de tu amor
y nunca restos de las  miradas. También
flores en  primavera del cerezo de Ramoniz,

y lo que ahora me embarga: la vida es larga y el arte espera. 

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