ANIMALIA
Oferentes, con
la mirada en la nada
y los
sentimientos hasta el final, su vida es
sangre
inyectada en
las venas de los sueños hechos pan
y fatigas: los
nuestros, claro, estos humanoides
que succionan hasta
el aire
en un celofán.
Y se justifican.
Lo justifican para ser odio y nada;
o sonrisas y medias palabras
rojas y
ensangrentadas: para vivir la violencia
y ser jaula
por alegrías.
Por todo ello,
robamos y
matamos los ojos
que nos hablan
de mundos ignotos
y
sentimientos. Tantos y tan profundos
como los ríos
de sangre roja ensangrentada
que nos
prestan para seguir
nuestra y
propia nuestra condición.