Caminos
En el
mundo de la cultura, uno de los recursos más tópicos es el del
"camino": Don Quijote sale y hace la vida en el camino, Delibes
escribe una novela que se titula "El camino" sobre la decadencia del
mundo rural castellano, y los versos de Amachado sobre el "camino" son
alma del pueblo. Yo voy soñando caminos de la tarde …escribe
el poeta mientras que nosotros recitamos "en el corazón tenía/la espina de una pasión… Pero nosotros escribiremos de algo más prosaico, de andar por casa. Nosotros queremos
llamar la atención sobre los caminos que hacen pueblo y conforman el nombre de
una aldea y parece, visto su estado, que nadie pone los ojos en ellos, están
abandonados; aquellos caminos que nos legaron como recurso imprescindible
nuestros abuelos para sobrevivir en los tiempos; y ahora solo algunos sobreviven gracias a los
turistas mochileros a los que en absoluto les interesa del esfuerzo que supone
mantener en pie los muros o cierres que los limitan. Como escribe el escocés
Rebanks sobre los mochileros en Escocia:"ni se fijan en el muro que
construyó mi abuelo ni les importa que siga en pie ni quién lo construyó".
Por eso asomamos la cabeza para hablar de los caminos que unen las caserías con
las aldeas y sirven para mantener la
profunda relación existente entre nuestras fincas y la comunidad; esa conexión
es la que permite poner palabras a la vida de los paisanos, anclados, como sus
árboles, al paisaje que respiran. Desconocer estas ideas por los responsables
institucionales es condenar nuestros caminos al abandono y más si su
conservación no está ni siquiera recogida en las ordenanzas municipales, salvo
uso maderero. Ese vacío es síntoma del escaso interés, como todo, que despierta
nuestro mundo y ese patrimonio que nos legaron y que poco a poco se muere por
estar sumido en una agónica indiferencia. Las instituciones son como Poncio
Pilatos cuando algún desaprensivo rompe la tradición con alguna marrullería en
los caminos; posiblemente una de las que más perjudica al propio camino y a los
habitantes de la aldea afectada es el cierre de los aguatochos, presas que
recogen el agua de los caminos para regar las fincas cuando no había dinero,
como ahora, para comprar fosfatos; y que trae como consecuencia el cierre de esas
presas, aguatochos, que recogían las aguas vertientes que ahora destrozan los
que antes eran anchos caminos vecinales, haciéndolos
inservibles para el trabajo en las caserías, y propiciando su abandono. Alguna
vez alguien se tendrá que mentalizar con la idea de que los caminos son un
patrimonio que hay que incluir en las ordenanzas fiscales como bien común y con
una función propia que hay que mantener: dar vida al ámbito geográfico que
tiene cada pueblo desde los tiempos. Evitar el daño de los desaprensivos es
abandonar la figura de Poncio Pilatos y mojarse como autoridad competente en el
caso. La aldea no puede ser tampoco como la ciudad sin ley. Y los aldeanos no
somos los ilotas de la sociedad que se rigen por el principio de la
resignación. Tiene que haber nuevas ideas para abrir las puertas al futuro. Hablamos de hacer un
inventario de los caminos parroquiales mediante becas para los jóvenes es
asentar un conocimiento que reportará solo beneficios al Ayuntamiento que
intente salir del anquilosamiento en el que estamos sumidos a la par que se
propicia una oportunidad de trabajo a nuestros jóvenes que tan bien preparados
están para hacer este trabajo de investigación sobre el mundo rural y los
recursos que desarrolló. Alguna vez tendremos que hacer realidad el verso que
dice aquello de que vivir no es cultivar
la impotencia.
En el mun