La encuentro en su habitación,
sentada y con los ojos puestos en un horizonte ilimitado. Y cuando posa sus
ojos en mi sonrisa, me llega sin buscarlos aquellos versos que dicen:
"Pobre barquilla mía/ entre peñascos rota/ sin velas desvelada/ y entre
las olas sola". No puede ser tanta fragilidad donde hubo tanta fortaleza.
Entonces repasamos juntos tantos detalles que fueron vida, su alma.
¿Cuándo me traes el huerto y sus mil amores ?
Y cuando vengas, recuerda meter en el tiempo el aroma
de mis guisos de siempre, sus sabores.
de las manos con aquellos dedos que hacían en la noche
las risas del silencio.
en nuestras hambres de verano,
con las brisas enamoradas del color del heno.
Andrés y Cándido, cuando calecen. Están en aquella esquina
y esperan el cestín donde recogerlas.
el amor de mi vida, su compañía en esta soledad.
Y los geranios con sus florecillas, diminutas. Y el canto de
mis pájaros en marzo y al oscurecer: el raitán y los mirlos
hacían del aire una alegría y las ganas de de vivir.
sin futuro de tantas palabras que hicieron conmigo
el viaje que termina en esta silla anclada en una espera.