Olloniego
No hace falta ser muy perspicaz para darse cuenta que, pasados los túneles de Olloniego en dirección a Oviedo, hay una línea trazada con invisibles tintes divisorios; para que nuestra idea quede clara, y como en la Edad Media, usaremos la imagen que es equivalente, dicen, a mil palabras: está claro, lector de LA VOZ DE LENA, que, pasados los túneles de Olloniego, en dirección a Oviedo, hay una línea en el aire, casi invisible pero perceptible, que separa la cuenca del Caudal, que dejamos atrás, de ese mundo que encontraremos unos quilómetros más adelante y que los geógrafos denominan la zona central de Asturias: Oviedo, Gijón y Avilés( Pola de Siero quiere asomar la cabeza pero no la dejan ) son los nombres propios de la misma. Y donde los asturianos tenemos todos los servicios administrativos, sin que falte ninguno, faltaría más. También es verdad que nadie urge a una descentralización urgente ni desde las alas ni desde las cuencas: no se puede incomodar al dragón por el temor a su lengua de fuego. Y si le echamos un poco de humor al asunto para entender lo incomprensible, vista la sangrante despoblación que sufrimos, podemos describir una realidad tan clara como la luz del día si escribimos que después de los túneles de Olloniego, casi sin darnos cuenta, pasamos del mar de los Sargazos (delimitado únicamente por poderosas corrientes marinas y cuyas aguas se mueven como un remolino) y entramos de lleno en el triángulo de las Bermudas. Como quiera que sea, esta imagen de los Sargazos con sus características nos vienen muy bien para describir la atonía(aguas azules y cristalinas en la superficie) de nuestras Cuencas, incapaces de plasmar alguna idea con algún proyecto que suponga un aliciente contra el futuro más negro que los estériles de las escombreras. Mete miedo: ni un simple proyecto, nada ni para el ámbito rural ni para el urbano ni aprovechamientos de espacios como minas de Figaredo o Ricastro, ni nuevas tecnologías ni inteligencia artificial ni nada de nada. Lo que si hacen bien nuestros responsables políticos comarcales es ser obedientes y sumisos y repartirse méritos y medallas entre ellos como Zeus con toda su corte . ¿Para qué seguir? Ahora iremos un poco más allá de los túneles para meternos de lleno en el triángulo de las Bermudas con Oviedo, Gijón y Avilés como parte fundamental del mismo. Y donde se encuentran, por definición, los políticos que Josep Pla define como "listos y mediocres"; basta con el noticiero para poner los pelos de punta y leer cómo sin pudor se reparten las medallas entre ellos; o cuando una compañera de no se sabe qué, sin encomendarse a Dios ni al Diablo, le manda al otro que se postule para una presidencia a futuros, dentro de cuatro años. Y este, también sin pudor, le corresponde con el cargo de "la regenta" por proximidad. Menos mal que para este anecdotario hay una obra de teatro que se titula "Entre bobos anda el juego". Porque los asturianos asistimos impávidos a este reparto vergonzoso de medallas y de cargos institucionales y de tomaduras de pelo. Y luego, como es habitual, cuando lleguen los huracanes, y nos cojan sin argumentos, hacemos nuestro ese título tan nuestro que es "El corazón cansado de las aldea" de Servando Cano Lorenzo; y que sólo leemos con pasión Agustín Fervienza y José Fernández: es nuestra aldea, nuestra Asturias, nuestro corazón.