sábado, 21 de junio de 2025

 

Día a día

 

Día a día y sin luz, un grisáceo amanecer y sin prosa, armonía en el aire de colores y sonidos: mis pájaros   y los  árboles que los arrullan mientras despiertan los  pasos  que me llevan a la rutina, alma de la serenidad. De mi corazón a mis asuntos, los mininos reclaman la matutina ración de la caricia, melosos y cpn hambre

. Y para seguir con la vida en el regazo, la rutina  que nos arrulla como la madre con el hijo en la mirada: la que nos hacer pensar, con esperanza y convencimiento, en aquellos días azules y los calores de la infancia, óbitos del tacto. Sin olvidar mis vetustos árboles que me hablan con los vientos marcinos del tiempo como la lluvia: mañana.  Pero llega entonces un ayer:

 

                                                                   La figar

Más que centenaria, un viento airado, vendaval,
así de repente, inesperado, de cuajo rompe un hilo que me ata al pasado,
por los recuerdos: la figar de mi infancia hasta la fecha, con una vida triste y agrietada,
yace reclinada a la orilla, en el portal, a sabiendas  del final.
 
Nos miramos  y en silencio ya sabemos, hermanados, el olvido que seremos:
una esperanza contra el hambre en aquel tiempo, lejano, en la seronda,
y la sombra,  un cobijo del amor con las mil palabras de las promesas
ya sin retorno y sin palabras para su consunción, in  aeternum,en el río del vivir
y de la nada. Ni polvo enamorado ni recuerdo. Ausencia y melancolía, como siempre.
Y una mirada al vacio  para mis días, con mis viejos árboles, compañeros,
a la espera del amanecer con sus conmilitones, armónicos, aves canoras
de mis fantasías. En quietud con el silencio  a mis pasos acompañan
las desgracias del grisú con Frutos a sus pies y el desgarrado dolor
de aquella mujer, Nieves, con  tres almas en el regazo, llenas de lágrimas
y de ausencia. Y ahora tú, al final del camino, y como entonces,  un viento
airado, vendaval,  te arranca como exiemplo de tu despedida: mi figar.