La utilidad de lo inutil.
Bengala
Las mil palabras que el amor reúne en aquellas risas
Que al otoño aborrecen, en la tarde, un día, sin año y sin
noche,
Eran, entonces, rosas
y páginas para romper el alba: los
zapatos
Nuevos de nuestras estrellas. Bengalas.
Salían, cruzaban, dejaban caer o rompían los cántaros que rebosan
Las manos con vida en los dedos: sorbían del amor el
humo en cráteras
Donde los labios eran la cárcel de amor. Marfil y lanzas en
la torre,
La travesura era la simiente de tanto corazón, el recóndito encuentro
Que abre los surcos que traen el secreto de los trigos en
flor.
¡Arráncame la vida! Decían. ¡Coge los destellos! Gritaban.
Báñate en las aguas
de nuestros ríos, aquellos que los negros de Nueva York sorben a besos,
incansables, para respirar los rascacielos sin apellidos,
hijos de la avaricia. Y si tus deseos me llevan al color de tu llanto, serán nuestros el
dolor, las piernas de la risa y la muerte
de los ojos que comen chocolate en aquel
amanecer, lejos, muy lejos de la línea roja que cena los
horizontes:
Era la condición.
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