sábado, 25 de noviembre de 2017



Bergamín

Siempre infantil hasta las esencias, joven Tobías,  adolescente fiero, aquel viejo verde escribía  tu nombre  con su   lector de silencios.
Sabía de tus manos, pastoras de las formas, y fuente de palabras. Sabía de los afluentes que rompen  tus dedos. Y de  las esquinas  de tus torrenteras, ¡vaya si sabía! De la imagen rota que bulle en tu  espejo, también la sabía. Y de tus  deseos que se rompen, locos, corazón abajo… ¡no te digo nada!
Aquel viejo verde, Bergamín,  guarda el poder del fuego

En su madera quemada.

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