En la plaza.
En
la plaza, hermosamente bello es recoger
las
caricias del viento y de la lluvia;
como
las sonrisas, son misceláneas
con los dígitos; al tiempo, las palabras
ríen
las sombras que pían
en
el sonrojo del siempre amanecer.
El
universo sin papel.
Es
hermoso, también, el color
del deseo en
el silencio, allí,
en
la plaza; porque unas manos preguntan
el
destino, fiadas en el mañana de fuego
y
caracol: la intemperancia del vivir
que
huye por el fluir entre unos dedos
es
el misterio que busca resolver.
Porque
es hermosamente bello
convivir
y fluir y salir del ti pa ti y sin mi,
sin
nombre; como un afán invisible
es
hermoso y bello mezclarse y
sentirse
bajo el sol, vivo e impelido
a
romper las orillas de un Pontón desbordado,
el
imaginario vestido por esa llama azul.