Homenaje a esas trabajadoras que inician una huelga para conseguir un mínimo bienestar.
Allí
donde sólo hay manos muy baratas en trabajos muy duros, yo me aprendo esas
manos muy de memoria: dedo a dedo, alianza por alianza, uña a uña, cada
falange, cada vena abandonada a su suerte, cada pliegue de la piel, cada forma
delicada de los dedos.
El poeta escribe en prosa sobre la poesía que
tienen las manos de las cajeras. Las
cajeras de Alimerka, Carrefour o Mercadona. Son manos personales para objetos
indefinidos, crónica de mundos infinitos y frágiles como el cristal, bajo un
cielo quemante de neón.
Con mil versos en las manos, es porque tus
dedos son dedos que saben llorar, dedos que saben reír y dedos que saben decir
lo que dicta el corazón. Con las marcas de una ilusión y de una resistencia.
Aunque no lean a Manuel Vila.
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