Transición: los herederos
- Espacio/tiempo.
Para explicar el
concepto
este de la transición
habrá que poner un tempo
para acotar el dolor.
Y si lo hacemos en verso
y que sea bien rimado
le pondremos unas fechas
con sus días y en el año
porque sepan los lectores
que son ideas de hogaño:
que las
vivimos en carne,
nunca ajenos al pasado.
La transición que sufrimos
fue cosa muy natural
pues sobrevino por muerte
de Franco, aquel general
que, dicen, gobernó España
a dos manos, patriarcal;
a hostias, decían unos;
pero en sede epicospal
todo eran bendiciones
por ser paladín, sin par,
contra rojos y masones
y adláteres de Satán.
-Aquellos sí eran obispos
de verbo y armas tomar.
No como estos de ahora,
horros de sexualidad,
con dineros y con prensa
para España voxizar-.
Demos por año de gracia
el año setenta y cinco,
cuando, con sus perrerías,
suspiró aquel Franquito
víctima de sus pecados
y del yerno, farruquito,
quien, para sus fechorías,
lo quería bien vivito
aunque el pobre agonizaba
como el pobre del currito
que se cayó del andamio
mientras el otro, bendito,
moría como se muere
un tirano viejecito:
lleno de tubos y cables,
y un quirófano asistido
por médicos y leales
y la tele en diferido.
- Herederos
El caso es que murió
y dejó libre el destino
para el Borbón que esperaba
el momento con un grito.
- ¡Esta es la mía!, pensaba,
y seré un rey bien quisto,
con voto de castidad
y por avaricia, limpio:
se acabaron cacerías,
y se acabó el enchufismo.
España será modelo
de gestión, con los partidos.
Y como escribe Landero
en aquellos tiempos, todos
estábamos en las nubes
pues el Borbón, por el morro,
nos pone de Presidente
al mismo que, con sollozos,
lloraba al Franquito muerto.
Pasada ya esta vergüenza,
el muy Navarro, al Borbón,
como no se soportaban
le planta la dimisión.
Los españoles quedamos
aterido el corazón
pues, en Londres, el Fraguita
pensaba que era ocasión
para ser un Presidente
en cojones, campeón.
La calle es mía, decía,
y quien manda aquí soy yo.
Don Manuel, apabullante,
con bombín y con bastón
a la inglesa pretendía
suplantar a un segundón
que no tenía apellidos
ni cabeza de empollón.
Pero bebía los vientos
como los vive el azor:
muy rápido de reflejos
y muy hábil por cazador.
- El delfín
Se llamaba Adolfo Suárez,
diole Dios buen galardón.
Fue valiente y fue taimado
y la Ucd fundó,
amalgama de partidos
con Alzaga y el Miñón,
una panda de traidores
a la menor ocasión.
Pero Suarez, avispado,
que sabía la lección,
siguió adelante con ellos
y a todos domesticó
con prebendas, con la astucia
del buscavidas felón,
como fue aquel Lazarillo,
buen modelo de español.
Con su sabio prometer
y jefe de pelotón,
púsonos en carrera
en la Europa del carbón
pese a los falagistones
como el azul de Girón.
Engañó a los generales
con promesas de baldón
diciéndoles que Carrillo
jamás en España entró
cuando salía del coche
un sábado de pasión
para sentar sus reales
en la plaza de Colón.
No podemos olvidar
el ridículo peor
del bigotudo tricornio
en chapuzas, campeón.
Inútiles todos ellos
y no muy claro el Borbón.
El Adolfo, un valiente
y el Mellado, un señor.
De los otros no me acuerdo
que la Historia es quita y pon.
- La historia de siempre
Y aquí empieza otra historia
que termina en dimisión
pues por lavar su imagen
de fementido traidor,
según sospechamos todos,
era más que observador.
La prueba de lo que era
sigue como terminó
el sátrapa, reyezuelo,
que hasta Abu Dabi voló
sin la reina y sin honor.
Seguimos con nuestra historia
Del Adolfo con Juan Carlos
quien para evitar sospechas
empieza por difamarlo
en cuarteles y en apartes
como incapaz para el mando.
Y si a esto añadimos
a traidores y borrachos,
sin nombre, por si las moscas,
-a saber cómo acabamos-,
entonces, españolito,
imagina, como tantos,
el futuro que esperaba
a la España en
sus manos.
Estaban siempre a lo suyo,
buscando como gitanos
el poder y el chalaneo
del chaquetero marrano.
Así que entre todos ellos
próceres parlamentarios,
dejaron a Don Adolfo
vendido y en solitario.
Verlo en la televisión
fue un trauma para años
que nos dejó en un puño
un corazón destrozado.
El Borbón salió impoluto
y el Adolfo muy tocado.
Aunque el tiempo, vengativo,
hace justicia con ambos.
- Cambio de
tercio
Después de las trapisondas
anteriormente descritas,
llegaron vociferantes
los hispanos socialistas
que habían sido en los tiempos
más rojos que comunistas.
Con la toma del poder
por Felipe y compañía
afloran Solchaga y Guerra,
el padre de los guerristas.
Y también hay que citar
al Morán, europeísta;
anglófilo el Maravall,
el Roldán, funambulista
en círculos del poder.
Pero en toda la gritería
destaca como estudiante
un estudiante simplista:
le llamaban "el Manteca"
"el cojo de la movida".
Fue famoso y afamado,
tuvo su gloria y su día
cual rompedor de farolas
de la calle, en la Gran Vía.
Modelo de madrileño,
chulapón, con gran porfía,
el presidente Felipe
de viaje por Filipinas,
al ministro de educación
lo dejó en cesantía
por "el Manteca", en la prensa,
como héroe por un día.
De la euforia en los ochenta
pasamos a la movida
con Tierno y con su pasado
que sabemos que mentía,
aunque España lo admiraba
como alcalde cual sofista
que hablaba de los patitos
como reto modernista.
En total, que España entera
soñaba con otra vida
muy ajena a la derecha
y distante de franquista.
Hubo otros avatares,
muchos para una lista;
un día mientras Felipe
en la Moncloa dormía
le dijeron entre sueños
que éramos atlantistas
y como era un mandado
nos dejamos de sofismas
y votamos como dijo
José María García.
Y si traemos
la ETA
como engendro a la española,
es porque nunca nos falta
una herida como sombra
del alma como el vinagre
que hace la vida torva:
no cambiaremos nunca
bien que lo dice la historia.
-
El desencanto
Y para cerrar capitulo
del Felipe y sus hazañas,
víctima de corruptos
de los que nunca faltan,
decir con algo de pena
que con unas olimpiadas
y la expo de
Sevilla
en su haber, como si nada:
los españoles cansaron
del Felipe y sus mesnadas.
Abandona La Moncloa
lastrado por la desgracia.
-
¡Vista a la derecha!
De todos los que le siguen
que hacen la vez de godos
son aquellos
herederos
del franquismo casi todos.
Y como tales pensaron
casi siempre en el expolio
donde quiera que asentaban
en democracia, su trono:
ayuntamiento, gobierno,
autonomías … cual cotos:
con sus prebendas sutiles
abusan de poderosos,
y se reparten los frutos
por un tiempo, sin rebozo.
Anda por el juzgado
el Bárcenas, ya famoso
por las cuentas en Suiza
con millones, que no es poco.
Y como siempre y ahora
seguimos con visigodos
que viven de los impuestos
que sudamos entre todos.
Corrupción es la palabra
desde Rodrigo a nosotros.
-
La guerra
El Aznar abrió la puerta
allá en los años noventa,
cuando hace el calor,
allá por la primavera
que trajo como la vida
el día de la vergüenza:
un once del mes de marzo,
de dolor y sangre y pena.
Pero antes el Aznarín,
dándoselas de estratega,
en avión supersónico
piensa en ir a la guerra
con el inglés y el Bush,
asesores y
camareras
del diminuto Aznarín
cuando estaban en la tienda.
Como todos bien sabemos
el Aznar en su defensa
propuso que fuera Gila
el jefe de su estrategia.
Después de tiros y bombas,
y muertos color de arena,
Gila, que está cabreado,
abandona la contienda
con el teléfono en mano
para que todos lo entiendan:
no se puede ir a Irak
de paseo ni a la guerra.
Lo que vale el Hussein
nunca merece la pena.
Los tres se quedan pasmados
y como todos sospechan
con el petróleo y sus pozos
el Bush con todo se queda,
en gaélico, el inglés,
habla y no suelta prenda.
Mientras Aznar, en Madrid,
tiene embobada a la prensa
como un líder mundial
que con tantos se codea.
Es el caso
que Aznarín
distraído como estaba,
por mor de unos terroristas,
corroídos por la saña,
pierde unas elecciones
que ya daba por ganadas.
-
Vuelta a empezar: los socialistas
El nombre del ganador
nadie aquí se lo esperaba
porque las ganó, sin duda,
por gracia del Rubalcaba, l
las ganó un Zapatero
remendón de la nostalgia.
Montó la marimorena
con leyes y con soflamas,
con intentos escabrosos
muy ajenos a la España
de curas y coroneles,
de hipócritas y de beatas:
gritaban, desaforados,
contra todo y contra nada,
contra gays que
se querían
como parejas, casadas.
Y gritaban, vociferando,
y más si desenterraban
a los muertos de las guerra
por rojos y camaradas.
Era
tal el griterío
que con unas elecciones
entraron los populares
y el bamby, ay, se marchó
con Chaves de vacaciones.
-
El Prestige en La Moncloa
Y Rajoy, el de los hilitos,
como gallego, en funciones,
puso para su gobierno
figuras y figurones
con sus muchos apellidos,
como hijos segundones.
El Wert fue uno de ellos,
muy malo entre los peores:
fue quien redactó una ley
para aquellos empollones
que apenas necesitaban
la dicción de profesores.
Salió por pies ,el bribón,
vía París con honores
y allí casó como rico
con dama de mil blasones.
Mientras aquí Marianito
estudia alineaciones
y anda por los juzgados
como andan los señores:
unos hablan de pesetas
y los jueces de millones.
Nunca supo de los mismos
ni trató a usurpadores.
El siempre fue un ministro
de puros y obligaciones.
Bien lo sabe el Aznarín
a quien leía de noche
el catalán necesario
para tener como popes
al Pujol y al Durán,
amantes de tradiciones
y de pingues beneficios
que se llaman comisiones.
Y como todo se acaba,
Mariano quedó sin puros
y quedó sin un gobierno
como el caldero sin culo
que ya no sirve de nada
porque ya no sale el humo
en la Moncloa. ¡Qué pena!
-
La nueva ola
El nuevo inquilino allí
vive muy bien en su mundo
apoyado por Podemos
y la suma de los suyos.
Y todos juntos no pueden
hablar sin más del futuro
porque el circulo se rompe
a manos de algo oscuro
que vino desde la China
y que nos pone en apuros:
la ciencia está en mantillas
y aventura tiempos duros
porque ni Sánchez ni Iglesias
ni de los otros, ninguno,
saben ni tienen palabras
ni hablan, parecen mudos.
Entonces, lo que nos queda
en esta tribulación
es que no cambie el gobierno
para cobrar la pensión
que nos permite un capricho
prohibido por la tensión.
¡Gloria a Dios en el cielo
y viva la transición!.
- Espacio/tiempo.
Para explicar el
concepto
este de la transición
habrá que poner un tempo
para acotar el dolor.
Y si lo hacemos en verso
y que sea bien rimado
le pondremos unas fechas
con sus días y en el año
porque sepan los lectores
que son ideas de hogaño:
que las
vivimos en carne,
nunca ajenos al pasado.
La transición que sufrimos
fue cosa muy natural
pues sobrevino por muerte
de Franco, aquel general
que, dicen, gobernó España
a dos manos, patriarcal;
a hostias, decían unos;
pero en sede epicospal
todo eran bendiciones
por ser paladín, sin par,
contra rojos y masones
y adláteres de Satán.
-Aquellos sí eran obispos
de verbo y armas tomar.
No como estos de ahora,
horros de sexualidad,
con dineros y con prensa
para España voxizar-.
Demos por año de gracia
el año setenta y cinco,
cuando, con sus perrerías,
suspiró aquel Franquito
víctima de sus pecados
y del yerno, farruquito,
quien, para sus fechorías,
lo quería bien vivito
aunque el pobre agonizaba
como el pobre del currito
que se cayó del andamio
mientras el otro, bendito,
moría como se muere
un tirano viejecito:
lleno de tubos y cables,
y un quirófano asistido
por médicos y leales
y la tele en diferido.
- Herederos
El caso es que murió
y dejó libre el destino
para el Borbón que esperaba
el momento con un grito.
- ¡Esta es la mía!, pensaba,
y seré un rey bien quisto,
con voto de castidad
y por avaricia, limpio:
se acabaron cacerías,
y se acabó el enchufismo.
España será modelo
de gestión, con los partidos.
Y como escribe Landero
en aquellos tiempos, todos
estábamos en las nubes
pues el Borbón, por el morro,
nos pone de Presidente
al mismo que, con sollozos,
lloraba al Franquito muerto.
Pasada ya esta vergüenza,
el muy Navarro, al Borbón,
como no se soportaban
le planta la dimisión.
Los españoles quedamos
aterido el corazón
pues, en Londres, el Fraguita
pensaba que era ocasión
para ser un Presidente
en cojones, campeón.
La calle es mía, decía,
y quien manda aquí soy yo.
Don Manuel, apabullante,
con bombín y con bastón
a la inglesa pretendía
suplantar a un segundón
que no tenía apellidos
ni cabeza de empollón.
Pero bebía los vientos
como los vive el azor:
muy rápido de reflejos
y muy hábil por cazador.
- El delfín
Se llamaba Adolfo Suárez,
diole Dios buen galardón.
Fue valiente y fue taimado
y la Ucd fundó,
amalgama de partidos
con Alzaga y el Miñón,
una panda de traidores
a la menor ocasión.
Pero Suarez, avispado,
que sabía la lección,
siguió adelante con ellos
y a todos domesticó
con prebendas, con la astucia
del buscavidas felón,
como fue aquel Lazarillo,
buen modelo de español.
Con su sabio prometer
y jefe de pelotón,
púsonos en carrera
en la Europa del carbón
pese a los falagistones
como el azul de Girón.
Engañó a los generales
con promesas de baldón
diciéndoles que Carrillo
jamás en España entró
cuando salía del coche
un sábado de pasión
para sentar sus reales
en la plaza de Colón.
No podemos olvidar
el ridículo peor
del bigotudo tricornio
en chapuzas, campeón.
Inútiles todos ellos
y no muy claro el Borbón.
El Adolfo, un valiente
y el Mellado, un señor.
De los otros no me acuerdo
que la Historia es quita y pon.
- La historia de siempre
Y aquí empieza otra historia
que termina en dimisión
pues por lavar su imagen
de fementido traidor,
según sospechamos todos,
era más que observador.
La prueba de lo que era
sigue como terminó
el sátrapa, reyezuelo,
que hasta Abu Dabi voló
sin la reina y sin honor.
Seguimos con nuestra historia
Del Adolfo con Juan Carlos
quien para evitar sospechas
empieza por difamarlo
en cuarteles y en apartes
como incapaz para el mando.
Y si a esto añadimos
a traidores y borrachos,
sin nombre, por si las moscas,
-a saber cómo acabamos-,
entonces, españolito,
imagina, como tantos,
el futuro que esperaba
a la España en
sus manos.
Estaban siempre a lo suyo,
buscando como gitanos
el poder y el chalaneo
del chaquetero marrano.
Así que entre todos ellos
próceres parlamentarios,
dejaron a Don Adolfo
vendido y en solitario.
Verlo en la televisión
fue un trauma para años
que nos dejó en un puño
un corazón destrozado.
El Borbón salió impoluto
y el Adolfo muy tocado.
Aunque el tiempo, vengativo,
hace justicia con ambos.
- Cambio de
tercio
Después de las trapisondas
anteriormente descritas,
llegaron vociferantes
los hispanos socialistas
que habían sido en los tiempos
más rojos que comunistas.
Con la toma del poder
por Felipe y compañía
afloran Solchaga y Guerra,
el padre de los guerristas.
Y también hay que citar
al Morán, europeísta;
anglófilo el Maravall,
el Roldán, funambulista
en círculos del poder.
Pero en toda la gritería
destaca como estudiante
un estudiante simplista:
le llamaban "el Manteca"
"el cojo de la movida".
Fue famoso y afamado,
tuvo su gloria y su día
cual rompedor de farolas
de la calle, en la Gran Vía.
Modelo de madrileño,
chulapón, con gran porfía,
el presidente Felipe
de viaje por Filipinas,
al ministro de educación
lo dejó en cesantía
por "el Manteca", en la prensa,
como héroe por un día.
De la euforia en los ochenta
pasamos a la movida
con Tierno y con su pasado
que sabemos que mentía,
aunque España lo admiraba
como alcalde cual sofista
que hablaba de los patitos
como reto modernista.
En total, que España entera
soñaba con otra vida
muy ajena a la derecha
y distante de franquista.
Hubo otros avatares,
muchos para una lista;
un día mientras Felipe
en la Moncloa dormía
le dijeron entre sueños
que éramos atlantistas
y como era un mandado
nos dejamos de sofismas
y votamos como dijo
José María García.
Y si traemos
la ETA
como engendro a la española,
es porque nunca nos falta
una herida como sombra
del alma como el vinagre
que hace la vida torva:
no cambiaremos nunca
bien que lo dice la historia.
-
El desencanto
Y para cerrar capitulo
del Felipe y sus hazañas,
víctima de corruptos
de los que nunca faltan,
decir con algo de pena
que con unas olimpiadas
y la expo de
Sevilla
en su haber, como si nada:
los españoles cansaron
del Felipe y sus mesnadas.
Abandona La Moncloa
lastrado por la desgracia.
-
¡Vista a la derecha!
De todos los que le siguen
que hacen la vez de godos
son aquellos
herederos
del franquismo casi todos.
Y como tales pensaron
casi siempre en el expolio
donde quiera que asentaban
en democracia, su trono:
ayuntamiento, gobierno,
autonomías … cual cotos:
con sus prebendas sutiles
abusan de poderosos,
y se reparten los frutos
por un tiempo, sin rebozo.
Anda por el juzgado
el Bárcenas, ya famoso
por las cuentas en Suiza
con millones, que no es poco.
Y como siempre y ahora
seguimos con visigodos
que viven de los impuestos
que sudamos entre todos.
Corrupción es la palabra
desde Rodrigo a nosotros.
-
La guerra
El Aznar abrió la puerta
allá en los años noventa,
cuando hace el calor,
allá por la primavera
que trajo como la vida
el día de la vergüenza:
un once del mes de marzo,
de dolor y sangre y pena.
Pero antes el Aznarín,
dándoselas de estratega,
en avión supersónico
piensa en ir a la guerra
con el inglés y el Bush,
asesores y
camareras
del diminuto Aznarín
cuando estaban en la tienda.
Como todos bien sabemos
el Aznar en su defensa
propuso que fuera Gila
el jefe de su estrategia.
Después de tiros y bombas,
y muertos color de arena,
Gila, que está cabreado,
abandona la contienda
con el teléfono en mano
para que todos lo entiendan:
no se puede ir a Irak
de paseo ni a la guerra.
Lo que vale el Hussein
nunca merece la pena.
Los tres se quedan pasmados
y como todos sospechan
con el petróleo y sus pozos
el Bush con todo se queda,
en gaélico, el inglés,
habla y no suelta prenda.
Mientras Aznar, en Madrid,
tiene embobada a la prensa
como un líder mundial
que con tantos se codea.
Es el caso
que Aznarín
distraído como estaba,
por mor de unos terroristas,
corroídos por la saña,
pierde unas elecciones
que ya daba por ganadas.
-
Vuelta a empezar: los socialistas
El nombre del ganador
nadie aquí se lo esperaba
porque las ganó, sin duda,
por gracia del Rubalcaba, l
las ganó un Zapatero
remendón de la nostalgia.
Montó la marimorena
con leyes y con soflamas,
con intentos escabrosos
muy ajenos a la España
de curas y coroneles,
de hipócritas y de beatas:
gritaban, desaforados,
contra todo y contra nada,
contra gays que
se querían
como parejas, casadas.
Y gritaban, vociferando,
y más si desenterraban
a los muertos de las guerra
por rojos y camaradas.
Era
tal el griterío
que con unas elecciones
entraron los populares
y el bamby, ay, se marchó
con Chaves de vacaciones.
-
El Prestige en La Moncloa
Y Rajoy, el de los hilitos,
como gallego, en funciones,
puso para su gobierno
figuras y figurones
con sus muchos apellidos,
como hijos segundones.
El Wert fue uno de ellos,
muy malo entre los peores:
fue quien redactó una ley
para aquellos empollones
que apenas necesitaban
la dicción de profesores.
Salió por pies ,el bribón,
vía París con honores
y allí casó como rico
con dama de mil blasones.
Mientras aquí Marianito
estudia alineaciones
y anda por los juzgados
como andan los señores:
unos hablan de pesetas
y los jueces de millones.
Nunca supo de los mismos
ni trató a usurpadores.
El siempre fue un ministro
de puros y obligaciones.
Bien lo sabe el Aznarín
a quien leía de noche
el catalán necesario
para tener como popes
al Pujol y al Durán,
amantes de tradiciones
y de pingues beneficios
que se llaman comisiones.
Y como todo se acaba,
Mariano quedó sin puros
y quedó sin un gobierno
como el caldero sin culo
que ya no sirve de nada
porque ya no sale el humo
en la Moncloa. ¡Qué pena!
-
La nueva ola
El nuevo inquilino allí
vive muy bien en su mundo
apoyado por Podemos
y la suma de los suyos.
Y todos juntos no pueden
hablar sin más del futuro
porque el circulo se rompe
a manos de algo oscuro
que vino desde la China
y que nos pone en apuros:
la ciencia está en mantillas
y aventura tiempos duros
porque ni Sánchez ni Iglesias
ni de los otros, ninguno,
saben ni tienen palabras
ni hablan, parecen mudos.
Entonces, lo que nos queda
en esta tribulación
es que no cambie el gobierno
para cobrar la pensión
que nos permite un capricho
prohibido por la tensión.
¡Gloria a Dios en el cielo
y viva la transición!.
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