TAMAMES
Escribir sobre Don Ramón Tamames
sin tintes políticos es posible; es posible porque los días aquellos en que fue
un protagonista mediático estaba muy mal peinado y con una profunda mirada
socarrona dirigida al arco parlamentario. Tanto era así que el escritor Sergio
del Molino para hablar de aquellos momentos, dice que fueron días raros y
tristes. Y uno se pregunta las razones de esos adjetivos, y piensa que tales
adjetivos dicen más que cuatro oraciones subordinadas o cinco yuxtapuestas que
podrían servir para explicar la socarrona mirada de Tamames al plenario con un
"os vais a enterar". Como gallo con espolones rodeado de pollitos con
aspiraciones a desplazar al viejo fanfarrón ya periclitado, tenía razón para
ello. Y claro, las consecuencias fueron las previstas: posiblemente nadie en
democracia, sin ninguna duda, cargó con tantos sustantivos sobre sus espaldas
como Don R.Tamames en estos últimos días de gloria parlamentaria . Y como hubo
de todo, escogemos el dicho por el parlamentario del PNV que lo comparó con un
barco oxidado "cuyo final será quedar destartalado y olvidado en un desguace";
dicho con otras palabras en román paladino, que a Don Ramón, entre pitos y
flautas, le quedan un par de
telediarios. Lo que no le alteró pues para su capirote recordaba en aquel
momento, según parece, lo escrito por E.
Mendoza en su novela "EL rey recibe"; en ella el autor catalán
escribe "que en democracia, si
verdaderamente representa la voluntad de la mayoría, por fuerza lleva al poder
a los peores". Lo que está claro es que con D. Ramón Tamames el gallinero
parlamentario fue un ejemplo más de la desaparición de la cortesía y la
amabilidad; además, la exigua ilustración de los mismos resaltó por la carencia
total y absoluta de las buenas maneras con quien peina una canas mal
organizadas en una de las cabezas más ilustres de que dio nuestro pobre país.
Tanto es así, que como muy bien opina con rabia y con pena Ana Iris Simón, para desgracia de todos está claro que en estos
tiempos, como siempre, no hay lugar para
los viejos. Mientras unos impúdicos mozalbetes mal educados corren afanosamente
detrás del prestigio, los privilegios y el poder que se esconden detrás de la
silenciada actividad política que nos asfixia como ciudadanos atónitos e
insulsos.