El cucho
Gracias a Dios, la gente del campo sale a la calle en defensa
de su derecho a la dignidad, como muy bien escribe J.LLamazares. A esta idea hay que sumar otra: si optaron por esa vida es
porque sienten la llamada del campo para
realizarse como personas; no son unos pollinos por analfabetos que no
sirven para otro oficio. Y su cultura está enraizada en los tiempos y pasó, en
cientos de años, de padres a hijos hasta
nuestros días que parecen ser los últimos. Y que está recogida en muchas ramas
del saber sin duda. Sin embargo, como bien dice un cura de Zamora, párroco de
cuarenta pueblos próximos a la raya de Portugal, y ya casi vacíos, "vivimos en un sistema capitalista y
para el capitalismo el mundo rural no es rentable." Por eso tantos
inconvenientes de las instituciones municipales, regionales, nacionales y
europeas para vivir con dignidad en el mundo rural: que si el lobo, que si el
jabalí, que si los ecologistas furibundos, que si cortar las cañas de algunos
árboles, que si las cuadras, que si esos neo-rurales de fina pituitaria… Todos
ellos quieren hacer de nuestras aldeas urbanizaciones como "Valjunco"
y a sus habitantes, los jardineros que como decía Feijoo, en el S. XVlll: "si no es vida más penosa la de los
míseros labradores que la de los delincuentes que la justicia pone en
galeras". Y aunque esta afirmación para hoy en día parece exagerada, no es
menos dramático ver cómo las caserías,
que son la base de la organización de los espacios geográficos
colindantes, están condenadas, por demografía, a ser un abertal de árgomas y de
artos. Y sin futuro porque, vistos los acuerdos que se firman, y que sólo hablan de adelantar pagos como
mendigos que parecemos de las remesas de la Comunidad Económica Europea. Es
vergonzoso. Porque lo que acuerdan. como siempre, es pan para hoy y hambre para
mañana. Ni una palabra de los responsables institucionales sobre proyectos para
aprovechar los múltiples recursos de que disponemos en esta región. Y que
servirían para apuntalar un futuro que no sea un muro contra el que se
estrellen las ilusiones. Ni gurgutan ni
se comprometen a nada. También es verdad que los firmantes de los acuerdos
tampoco saben pedir, y sólo piensan con el estómago casi vacío. Porque puestos
a pensar, el cucho es un recurso que está ahí y que como ya se decía en el s.XVlll, es la base
más ecológica de los cultivos intensivos. Y
si se transforma en humus,
duplicaría la producción de nuestros puertos para el ganado y de nuestras
huertas para el autoconsumo, tambien. Pues nada, ni por pienso. NI se les pasa
por la cabeza a nuestros ínclitos representantes
en todas las instituciones. Por otra parte, con nuestro clima(llueve lo justo y
nieva lo necesario), la promoción de los invernaderos por la consejería
correspondiente duplicaría las cosechas de patatas, berzas y lechugas tanto a
nivel industrial como familiar. Y nuestros
cordales y alcores que multiplican cada año los materiales de combustión que
luego son alimento de pavorosos incendios, están abandonados a la mano de Dios:
la misma falta de limpieza que mata las brañas de Somiedo donde el parrotal ya
arrincona los abundantes pastizales de antaño. ¿Qué decir de las torrenteras de nuestros puertos que se
pierden monte abajo pues nadie piensa en las pertinaces sequías que en el
futuro asolarán nuestros pastos? En definitiva, para el futuro de nuestro
ámbito rural, nada mejor que el poético "la desolación de la quimera".
Sin olvidar, por comparación, que para cargos políticos hay nueve millones de
euros, y que no falten porque si no la democracia. se resiente: otra tomadura de
pelo más.