Asentado, aquí, en la distancia
y con árboles centenarios
que me habitan,
sin lluvias, un alma sosegada
y vivir con derecho
a la palabra y ajeno
a las ruinas por el sarcoma, ¡ay!
de los muros de la patria mía.
Aquí, firme, con hábitos
del silencio y ajeno
al voceo con sus patrañas ocultas.
Aquí, de nuevo,
¡ay!, si pudiera
con tus vacíos, haría
las sombras del amor que nacen
del tacto de tus dedos,
con su cintura irregular.
y con árboles centenarios
que me habitan,
sin lluvias, un alma sosegada
y vivir con derecho
a la palabra y ajeno
a las ruinas por el sarcoma, ¡ay!
de los muros de la patria mía.
del silencio y ajeno
al voceo con sus patrañas ocultas.
con tus vacíos, haría
las sombras del amor que nacen
del tacto de tus dedos,
con su cintura irregular.