En esta ocasión Nadina no cuelga nada en el tablón de anuncios de la biblioteca; hace días que no escribe y anda un poco apurada con la limpieza, por la escasez de productos. Parece que los presupuestos para esta partida se agotan y habrá que esperar a la elaboración de los próximos.Lo curioso es que dejó olvidado en el cuarto de limpieza, entre los productos, un sobre cuyo contenido es diferente: la carta de un amigo desde España. En ella le dice que de venir a España, ni se acuerde: un recorte de periódico que le adjunta a la carta describe cómo andan los españoles estos días. El jefe de Nadina no ve con buenos ojos del posible abandono del trabajo: da las gracias a la compañera que le entregó los papeles y promete hablar con ella para disuadirla. Los contenidos sugieren que tiene razón.Mejor dejarlos aquí para que cada cual opine.
La retórica de la democracia.
Como todo el mundo sabe, el tiempo es una
excusa para una conversación surrealista propia de quien rechaza la confidencia. Pero el tiempo
también tiene otras connotaciones según la circunstancia inmediata en la que estemos
inmersos. En nuestro acervo cultural hay frases afortunadas, por intemporales
como Vuelva
usted mañana, mañana le abriremos, respondía… o los bellísimos versos de
Tomas Segovia: Una vez más el año y yo
nos susurramos cosas al oído... Cualquiera de ellas nos sirve para hilvanar un texto que ayude a soportar
las intemperancias del presente que serán las mismas que las de mañana, pienso
yo mientras el peluquero me redondea la cabeza. Por eso en estos momentos
escribir que necesitamos más tener nostalgia del futuro que morriña por el
pasado es lo propio para sobrevivir: ya se oye más de lo necesario que con
Franco, aquel abuelito según insignes doctores, la realidad actual era
impensable. Y no es de extrañar si comparamos los pecados capitales más españoles de siempre. Mientras que ahora el pecado social de moda es la avaricia
que sirve para saquear consejos de administración de cajas de ahorro, empresas
públicas o instituciones tanto por la
plebe socialista como por la turba tradicionalista, como diría Don Pío Baroja,
la lujuria era el que estaba mal visto en las altas instancias franquistas
quizá porque era más barato para las arcas públicas. Así que compungido, entre
sonrisas y lágrimas, -es un decir-, salgo con un fuese y no hubo nada de la peluquería pensando qué pasó en este
país cuando tantas esperanzas se truecan por desilusiones tan profundas.
Es entonces cuando el año, como buen compañero, me
recuerda al oído aquella frase de Larra
que dice Escribir en España es llorar porque, como entonces, que los medios de comunicación
y periodistas o los ciudadanos, se desgañiten denunciando lacras, vicios o
decisiones arbitrarias de quienes empalabran la realidad para mentir, sirve de
poco. Tal vez, incluso, no sirve de nada
ni tiene ninguna resonancia ni crean opinión. Aquellos titulares como Asturias paga la desidia de sus gobernantes…. Una teoría de la clase política española… especialmente extractiva. La enfermedad institucional de
España, Clase turista… Y cientos más que desde años atrás ven la luz en nuestros medios… ¿Qué fueron si no ejemplos de
que en España escribir es sinónimo de
llorar? Un ejemplo más de la
España de siempre con una democracia a la española, puramente
administrativa y formalista en la que gobiernan más los hombres que las leyes, según
frase de Lluis Bassets. Es triste pensar que por culpa de la casta política y
otras, que enfangaron todo lo que tocaron, nuestra democracia no es una actitud
vital, imprescindible para que el buen gobierno no consista en rebanar la dignidad de los ciudadanos. Si lo decimos
de otra manera, con frases de un poeta y un pensador, el pasado de esta
España nuestra aún no ha revelado las
estructuras para el futuro porque la falta de ética abre las puertas de los
muros a la desvergüenza: Theirlard de Cardin y A. Gamoneda. Duelen las
encuestas cuando dicen que la mayoría de los españoles piensa que este es un
país corrupto hasta la médula, sabiendo que la corrupción va más allá del
simple ratero que se aprovecha de sus
cargos. Es más corrupto quien pone la
mentira, la opacidad, la improvisación o la intolerancia social o personal como
bases del discurso político pues como dice Martha Nussbaum, la mentira lo corrompe todo.
¿Por qué somos diferentes? ¿Qué nos pasa como
pueblo, para que siempre estemos al filo de lo imposible? Hay respuestas,
siempre las hay. Más superficiales o más profundas, pero siempre hay respuestas. Tiene que existir una
explicación para esta realidad tan pobre y onírica que trae a todos de cabeza,
y con la triste impresión de que este invierno nunca dará paso a ese verano que
sea una aventura libre de preocupaciones. En primer lugar, como escribe Don G.
Marañón en el prólogo al Lazarillo, la
ola pesimista que invadía España donde se engendró fue en el espectáculo de la vida interior del
país en el que Lazarillo, después de arrastrar su existencia por todos los
arroyos del cinismo, asistía como gran personaje al triunfo del Emperador …
porque el triunfo de lo que no es justo
produce siempre una impresión depresiva en la sociedad pues a fuerza de
inteligencia y cinismo el pícaro gana la partida a las gentes medias, honradas
y un tanto estúpidas. Escritas cuando estaba exiliado, estas palabras para el
S.XVI sirven para nuestros días pues talmente parece que pícaros somos todos en este reino de lo
imprevisto y de la improvisación.
Por otra parte, si repasamos un poco nuestra historia e
intrahistoria, vemos que siguen sin resolver los problemas de siempre: los
nacionalismos, que son el espejo en el que se refleja la debilidad y fragilidad y el vacío ideológico de los partidos nacionales, siguen ahí. El
problema religioso brota como lava de volcán cuando menos se espera y sólo
callan cuando tienen la boca llena, como dice el profeta Oseas. La educación es
un cometa en manos de los ministros de turno y la justicia social produce
alergia al beneficio. Es evidente, entonces, que los partidos políticos no resuelven y
únicamente usan la terapia de la sanguijuela en beneficio propio, porque, descaradamente, se rigen por las
partes irracionales del alma: las
pasiones, los apetitos, los sentimientos… cuyo valor ético es más que dudoso. Con los efectos
correspondientes para nuestra convivencia como siempre.
Con otras palabras, nos tocan tiempos en los
que funciona a la perfección el engranaje descrito por E. Galeano en el poema
que se transcribe.
EL SISTEMA
Que programa la computadora que alarma al banquero que alerta al
embajador que cena con el
general que emplaza al presidente que
intima al ministro que amenaza al director general que humilla al gerente que
grita al jefe que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a
la mujer que golpea al hijo que patea al perro.
Por eso la vida a los españoles les pesa tanto como aquella ala de
abeja a la hormiga que la lleva arrastrando, aunque siempre con optimismo.0