Caminos
… caminos de la tarde. A. Machado
En silencio, sin olvido en la memoria, llenos de sombras
acicaladas por el polvo y el recuerdo , las pestañas
bañadas en rímel
de la esperanza, los caminos. Valedores
sin tiempo ni risa
que los engañe, nuestra infancia
los patea cuando, de La Renta a Ramoniz, desde siempre,
el guiño del retorno es hálito y aliento contra la
decadencia.
Con juegos y
palabras o con las travesuras, nos prestan
la nostalgia como herramienta en el repaso de la orillas
cuando volvemos , y nos esperan con los nombres
de siempre en el regazo , piedras marcadas, imborrables
en las cortezas de la imaginación, el árbol de la vida,
los viejos robles, linderos contra la nada, las cunas que
son
de aquellas manos ligadas al amor de siempre y la
ternura,
la madre y todos los pasos donde senderos y atayos
o caminos son corrientes marinas hacia la vida
en el mar proceloso de la duda y la incertidumbre.
Las rutas del pan contra el hambre tienen tu nombre
cual tablas de salvación, en la sextaferia: todos los
brazos
comulgan la sangre de tus orillas en la fiesta de la
palabra
y el vino contra las intemperancias del frio,
en el invierno: esquifes
de sudor por el trabajo
y el olor rompen las brisas, cual olas, para
ser la eternidad, en sueños, contra el hambre, hoy,
y mañana, para siempre, cuando vuelvo. Mis caminos.
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