PUZLE:
no me importan los sufrimientos. Lo que me mata es la
esperanza.
Para
Noelia, la vida y una sonrisa.
Como
la vida a la sombra de las palabras, la brisa de los sueños
busca
la forma de los fonemas y sus encantos, padres de los placeres, la
escritura
y
los garabatos del alma, su topografía. Como un silencio de niebla y
de bosque
prendido
en el canto de la brisa y sus miradas, imperceptibles a los sentidos,
disformes,
buscamos, sin embargo, con las uñas, extrañas coincidencias
que
nos construyan, como sea, el puzle que haga de nosotros un ángel
libre
de cadenas y aliviado, sobrio de salivas y grillos sin verano que
cantar.
Caminamos
y hacemos leguas y lenguas con el deseo. Nos buscamos.
Extraño
esfuerzo para casar los sinsentidos y rumores de ecos
que
nos llegan sin saber ni de dónde ni cuándo son alma o arañas
del
corazón. La suma de arenas que la realidad desmenuza, infinitas,
es
pieza desvaída por el tiempo, el amor y tus silencios: estupideces.
Con
todo, si las mates pulen mi soledad, y si, por el olvido, se rompe
la memoria;
y
si el esfuerzo, por tóxica melancolía, suma para multiplicar
y
recomponer nuestro esqueleto cual nubes de algodón, al final
mi
nombre y las dudas serán de piedra o ceniza que tendrá sentido:
las
mil piezas y un puzle, con genio y figura, sin intemperancias,
serán
el marco donde las miradas que caen son lámparas de cristal.