Ciro Alegría con su mundo ancho y ajeno en la fibra de internet.
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Para entrar en el meollo de la
cuestión nos sirven las palabras de Ángel
Glez. quien escribe: Nada es lo mismo, nada / permanece. / Menos la
Historia y la morcilla de mi tierra: / se hacen las dos con sangre, se repiten.
Es decir, todo cambia
porque estamos sujetos a un proceso de finitud que
nos obliga a luchar por superar situaciones que suponen un final de ciclo, con
el consiguiente trastorno en nuestras vidas. Contra esa ineludible
condición, los lenenses, en su ámbito urbano o rural, necesitamos esa fuerza
vital que se llama voluntad para resistir.
Y resistir es buscar alternativas, con ideas como base principal, para
no sentirnos asfixiados como punto final. Hay que salir de la frase ¡no se hace nada! para referirnos a nuestros
representantes y decirles que deben buscar y asumir iniciativas que supongan, siempre, afán de
superación y un paso adelante. Porque para
administradores ya están los
funcionarios; nuestros representantes públicos
están para rastrear oportunidades y poner en marcha iniciativas que nos
saquen de la pasividad que supone la
molicie en la que estamos instalados. Con perdón.
Para empezar, y como el mundo
es ancho y ajeno, según Ciro Alegría, cuando los recursos escasean o
indefectiblemente se agotan, tal nuestra comarca en la actualidad, hay que
abrir los ojos y buscar, sin complejos, actividades que salten sobre los
manidos polígonos industriales que bien están, pero nunca como recursos únicos.
Es bien sabido que para los tiempos de crisis hay una regla de oro: volver los
ojos a la tierra. Sin embargo, realizar
este gesto, más conceptual que físico, no es fácil por la escasa consideración
de que gozan tanto los terrenos públicos como los privados: no corren buenos
tiempos para ellos. Pero como el mundo ahora es una aldea global, relacionados
con la tierra, encontramos enlaces con ejemplos que nos hablan siempre de una posibilidad. Entre tantos, la maravilla de
nuestros montes de castaño o fayotales
que son una biblioteca llena de cuántos secretos y esperan la mano de nieve que los desentrañe para gentes con fines e
intenciones diferentes; ellos son una oportunidad para que jóvenes como los de ahora, tan bien
preparados, y viandantes, acuciados por la curiosidad, hablen de vida metidos
de lleno en sus entrañas. Porque, indiferentes como estamos con estos recursos, estaremos de acuerdo todos en que los tiempos
de las colas de obreros camino de las fabricas ya se acabaron por mucho Tesla que salga en
LNE; ahora los tiros van más hacia los
pequeños microcosmos a los que hay que
encontrar sentido como si fueran
asignaturas de bachillerato: economía, historia, literatura, geología, biología
o medioambiente: así son nuestros bosques, fuentes de vida, de trabajo y de
esperanza. Y no solo madera que talar. Como también es hora de pensar en
iniciativas complementarias de las tradicionales para que en nuestros pueblos y
villa haya más que jubilados siempre pendientes del IPC como principal
preocupación. Que los responsables pregunten y dejen de ser simples recaudadores
de impuestos para administrar la miseria. Aunque igual no lo hacen porque les
xanes del Mofusu, desnudas, andan atemorizadas porque nuestra concejal de
cultura dice que esa no es forma de vivir por el decoro que exige un proyecto municipal ¡Qué bien me cae esa mujer
sin conocerla!