Homenaje al placer de la sencillez.
LA BRISA
Recuerdos Insepultos acercan la liturgia de la
melancolía.
A.
García
López.
Compañera de fatigas,
la brisa, impasible cuando la
palabra
es el gusano de la solitud y onírica la vida
de ensueño y los peces con tu nombre
muerden las esquirlas del
corazón o trituran,
como tú, las
ansias de soledad; como una envoltura
de manzana azul es el sabor de tus caricias.
Y del alma, fatigada por la desolación y las quimeras,
y con lenguas de fuego en la garganta, contra
las dudas que me
atenazan, abres el horizonte
a las puestas de un sol compulsivo y necesario
cuando te busco
contra la desesperación:
un rumor, entonces,
de melodía in crescendo hasta la plenitud
me eleva y me da
alas. Remonto, audaz, para seguir
y siguiendo. Y con el
hambre de siempre, a tus pies,
vuelta a empezar, henchido el corazón.
Solícita, oreas las
orillas con las sombras que nacen
en el tráfago del vivir. Aunque los deseos te vistan
de luto y hagan de plañidera cuando en la desolación
las dudas me dobleguen ante el
roble, aquel, mi roble de siempre.
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