lunes, 9 de julio de 2018



Parasimón
              
 ...  aquí talón sangrante del bárbaro Occidente
                                                             Blas de Otero.



Como siempre, en España, en Parasimón, eran balas de odio,
entintadas y malhadadas;  las víctimas, doce  inocentes
y el temor de haber sido y un futuro terror. Y   los verdugos,
en Parasimón, con el silencio   y las palabras  en la brisa
 de la memoria;   aquellos  verdugos, fills de puta ruines  d´Españya,
la del  miles gloriosus bajo palio, asesino, maquillado
por el odio y la indiferencia; los mismos que   hicieron, del olvido,
el amor  por la fuerza invicta de la sangre que riega
el silencio de los recuerdos, con la niebla como testigo .   

Porque, mal que les pese y como castigo ...

La victoria fue vuestra, muertos de Parasimón.  Apóstoles sin Jesús
en el proceloso mar de la violencia, la paz fue vuestra en la guerra
de los sueños: arañaban sombras mientras  el amor les rasgaba las entrañas.
Soñaban vuestros gritos y farfullaban, os veían. Erais sus hijos
y os desenterraban, os querían, azuzaban la memoria
de la vida en las pistolas;  lloraban como ratas en la oscuridad
 las centellas del cielo,  en Parasimón, vuestro gentilicio y
el mío; el de quienes con la palabra hacen la enseña
 de la victoria y entierran en la fosa, como  la vuestra,

todos los silencios que aviven las semillas del rencor. 



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