Parasimón
... aquí talón sangrante del bárbaro Occidente
Blas de Otero.
Como siempre, en España, en Parasimón, eran balas de
odio,
entintadas y malhadadas; las víctimas, doce inocentes
y el temor de haber sido y un futuro terror. Y los
verdugos,
en Parasimón, con el silencio y las palabras en la brisa
de la
memoria; aquellos verdugos, fills de puta ruines d´Españya,
la del miles
gloriosus bajo palio, asesino, maquillado
por el odio y la indiferencia; los mismos que hicieron, del olvido,
el amor por la
fuerza invicta de la sangre que riega
el silencio de los recuerdos, con la niebla como testigo
.
Porque, mal que les pese y como castigo ...
La victoria fue vuestra, muertos de Parasimón. Apóstoles sin Jesús
en el proceloso mar de la violencia, la paz fue vuestra
en la guerra
de los sueños: arañaban sombras mientras el amor les rasgaba las entrañas.
Soñaban vuestros gritos y farfullaban, os veían. Erais
sus hijos
y os desenterraban, os querían, azuzaban la memoria
de la vida en las pistolas; lloraban como ratas en la oscuridad
las centellas del
cielo, en Parasimón, vuestro gentilicio
y
el mío; el de quienes con la palabra hacen la enseña
de la victoria y
entierran en la fosa, como la vuestra,
todos los silencios que aviven las semillas del rencor.
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