La finitud
Me cerca la finitud
con palabras lánguidas y memorias
que afloran cuando llueve
con sol o un aire
descubre las letras de tu nombre allá, en mi secarral.
Me cerca la finitud. Es soga al cuello, inexorable;
y si acaso los días, asfixiantes, tampoco ayudan; entonces
ni el verso ni la pluma ni las manos entrelazadas
con tu sonrisa, me hacen libre de la finitud.
¡La finitud!: sombras con su nombre me rodean
y aparentan sabe
Dios qué tiempo ni que momentos
para tan largo viaje, como un instante sin reloj,
sin números y casi sin palabras.
¡Difícil! Y valga como plegaria:
¡más que la muerte, el amor!: y si me voy,
a quienes me esperan les llevo gramos de tu amor
y nunca restos de las miradas. También
flores en primavera del cerezo de Ramoniz,
y lo que ahora me embarga: la vida es larga y el arte
espera.
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