El chigre
El dramático vacío actual de nuestros pueblos viene de lejos. Y si en
este tiempo, algún proyecto institucional hubiese tenido como objetivo frenar
ese triste desfilar hacia la urbe de jóvenes y no tan jóvenes, hoy la Asturias rural tendría otro futuro por
delante; pero nunca hicieron nada salvo en negativo que fue cerrar escuelas y
gravar con impuestos urbanos algo tan sencillo como el chigre, de arraigada
traición en nuestras aldeas. -Y después se les llena la boca con una fiscalidad
diferente para nuestro ámbito rural, dicen con tanta facilidad como mienten. -
En fin, sepas, lector, que el chigre tenía su importancia en los
desparramados pueblos de nuestra región: era el centro social que una viuda con hijos
había puesto para subsistir en aquellos tiempos en que las pagas eran miseria
repartida y el recurso principal era el autoconsumo con la enfermedad y el
hambre como sinónimos. Pues bien, al rincón disponible de la casa acudían los
paisanos, después de fatigas y trabajos, a tomar el vasin y confraternizar bien
con la partida al tute o con la conversación: era el centro de la solidaridad
vecinal que daba al pueblo una identidad como comunidad en la que nunca sus
miembros eran extraños unos con otros. Y allí, lo mismo se limaban las asperezas por un
deslinde que afloraba, con fuerza, la sombra de Caín que persistía sin límite
de tiempo. Porque el chigre tenía sus adictos que eran los habituales de
siempre, los paisanos; o sus detractores
como aquellas amas de casa a las que no llegaba el jornal para la comida de sus
hijos porque el sueldo quedaba convertido en vino. Es lo que cuenta Clarín, sin
ambages, en el cap. XV de su novela
cuando habla de de Paula Raíces, la madre del magistral, quien abrió un chigre
al lado de una mina de carbón: "la
taberna prosperaba ..... y allí los mineros apagaban la sed y el hambre, y la
pasión del juego que dominaba a casi todos". Esta Paula Raíces es un
personaje literario único , caracterizado por la avaricia y la ambición, todo en función del hijo, Fermín de Pas; y que debería ser la patrona mayor de los
chigres y chigreros de Asturias que florecen como las PRíMULAS en el mes de marzo, a orillas de los caminos.
Para terminar, y ahora que tanto hablan de la España vacía que
es lo mismo que las aldeas vacías, volver al chigre que se perdió tiene un
nombre: centro social, espacio donde será un privilegio convivir para los penúltimos
que lo hacen en comunidad.