Es lo que somos: hijos de la vida. Del aire y de las lluvias,
de las flores y de los secretos macerados en silencio.
Hijos de la vida, es lo que somos: de sus tornasoles,
la luz como hálito de vida, nuestro aliento contra el tiempo
y los secuaces que acechan el brillo de las sonrisas.
de la esperanza y de los sonidos con los mil vientos
que no dan los nombres de tanto amor y nuestro querer.
Como los trinos del amanecer o las mil hojas que visten el otoño
y nos hacen cómplices de las mil palabras esclavas
del silencio que se pierden en el desierto de arenas
tantas como la inmensidad del tiempo, nuestro aliado.
a los juegos del padre, en la edad tardía, para recoger las brisas
que nos hacen hijos de la vida, almas, espejos de la razón.
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