En soledad,
acompasado al silencio, me busco
sin límites de la nada y la ilusión
de las palabras. Rebusco en los insomnios
sin saber cuántas sombras son
realidad del alma que me habita. Oscuros
caminos que son laberintos o galerías
de los sueños me traen el eco de tu nombre,
allá, en la lejanía. Retornan de profundis,
un clamabo vital y remembranzas de guiños
y hambres que flotan y viven del deseo,
fantasmas de mi oscuridad: los caminos insondables
de los monstruos de la razón.
Nos zarandean, hacen de nosotros un pálpito
infernal, siembran la duda de un que se fue
de la vida que me acuerdo pero dónde está:
memento, amor, que un día fuiste
y serás como el día que llora porque
se repite a lo que llaman recuerdo.
sin límites de la nada y la ilusión
de las palabras. Rebusco en los insomnios
sin saber cuántas sombras son
realidad del alma que me habita. Oscuros
caminos que son laberintos o galerías
de los sueños me traen el eco de tu nombre,
allá, en la lejanía. Retornan de profundis,
un clamabo vital y remembranzas de guiños
y hambres que flotan y viven del deseo,
fantasmas de mi oscuridad: los caminos insondables
de los monstruos de la razón.
Nos zarandean, hacen de nosotros un pálpito
infernal, siembran la duda de un que se fue
de la vida que me acuerdo pero dónde está:
memento, amor, que un día fuiste
y serás como el día que llora porque
se repite a lo que llaman recuerdo.
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