sábado, 22 de julio de 2023

 

 

La fiebre del heno

En el mes de Julio, en el ámbito rural, se generaliza "la fiebre del heno", y no hablamos de alergias: en nuestras aldeas, cuando un vecino empiezan la yerba y abre la brecha, es costumbre inveterada que le sigan el resto hasta que se cierra la temporada, en agosto coincidiendo con la Virgen de Alba, el día 15. En estos días se conjugan sin prisa y sin pausa los verbos segar, curar la yerba y empacar o embolar. Es entonces cuando se observa que cada vez son  menos los predios que se trabajan y que estarán condenados, en poco tiempo, a ser abertales por el abandono en el cuidado de los mismos. Es la consecuencia del empobrecedor minifundismo que nos caracteriza y por el hundimiento demográfico de la población rural. Con  esta realidad tan palpable, traemos a colación la palabras de Don Jesús Arango, el mejor consejero de Agricultura o Medio Rural, como se dice ahora, que ejerció en nuestra autonomía. Pues bien, en el año 2018, en LNE, escribía Don Jesús  que si no se crea en Asturias  una Estrategia de Defensa de la Aldea, la política y los políticos acabarán con todas ellas: proféticas sus palabras pues el paso del tiempo "hizo su labor de demolición" sin que ninguno de todos ellos presentase una simple proyecto para evitar ese hundimiento Y no fue sólo Don Jesús Arango quien puso palabras a una realidad que nos hace ser optimistas trágicos o pesimistas esperanzados. El profesor Don Adolfo García, profundo conocedor de nuestro ámbito rural, y en especial de los municipios de alta montaña, escribe que el hombre de aldea tiene dos funciones primordiales: la de producir y la de conservar el paisaje. Pues bien, en estos tiempos de cólera ni la una ni la otra: lo de conservar el paisaje, como jardineros vocacionales se cortó de raíz por esos haraganes de la Junta que convirtieron esta región en un paraíso del matorral con sus pavorosos incendios como secuela.(Lo de refugio climático, ya se sabe, es la última babayada de uno de Laviana). Lo de producir, sin apoyos de ningún tipo, valdrá más no lo tocar. Porque como decía Don Julio Fernández Lamuño, desde Tineo, en LNE del 1 de diciembre de 2018, "si en lugar de pagar contribución nos la pagaran, nos quedaríamos". Y tiene razón este adelantado a su tiempo: tienen que plantearse esos haraganes de la Junta que la gente que vive en los pueblos, con muchas más dificultades para desarrollar su trabajo; esa gente de las aldeas  tiene los mismos derechos que los urbanícolas; lo escribe Don Adolfo García: "hay que darle a la gente que conserva nuestro habitat como mínimo lo mismo que cobra el parado de la ciudad, y no convertirlos en los mendigos de la ayudas europeas". Así de claro.

Pero la cosa no queda ahí: dice también Don Julio Lamuño, en LNE, que  hay una burocracia más anquilosada que los aldeanos y unos funcionarios a los que sólo les falta el derecho de pernada. Así que si malo es el demonio, peor es el diablo y más cuando ambos que su juntan porque son lo mismo. Aunque nosotros, con esperanza y sin convencimiento, sabemos que en algún tiempo, no muy lejano, los paisanos(hombres y mujeres) de las aldeas sacarán las patas de las alforjas, y estas ideas que exponemos no serán escritura en el agua.


jueves, 20 de julio de 2023

 

Brisas y álamos

 

 

Las hojas de mis árboles, aquí en Ramoniz,
(álamos y robles, desde la infancia, las sombra
de mis labores). Son ellas , a cientos o miles,
las que mecen las brisas y las hacen vivir.
 
Les hablan con mis palabras, desvaídas  ya
por  calimas de la vida.  Son las mismas
que mis dedos pespuntean cuando tu nombre
 es eco fallido en la distancia, un vacío
más allá del recuerdo. Y sin embargo
no importa. Sabemos que  
los inviernos  traen  primaveras
con sus brisas y las  cientos de hojas,
en Ramoniz,
para hablar del amor. Como la vida,
para después volver a empezar.

sábado, 8 de julio de 2023

 
 
 
 
 

 

 

Sobrevivir

 

Cuánta tristeza si de tu nombre quedan letras sin figura

y apagones de memoria por el alma del olvido.

 

Sin nostalgia y sujetos los recuerdos con los ojos de la vida,

un sin vivir es volver, y vuelta a empezar un cansino,

como ayer,  sobrevivir.

 

Y mañana seguiremos, me decía, para lo mismo

responder mañana: la búsqueda, sin desmayo,

de las sombras con  los nombres

que hacen la identidad sin el color de la lumbre.

 

¡Cuánta tristeza, Rufino, cuánta

tristeza   marchita en un pobre corazón!

jueves, 6 de julio de 2023