Esta sed
esculpida en la memoria con la risa y las letras de tu nombre. Este amor
prisionero entre las manos como causa principal de un destino. Estas letras
amasadas en tus ojos como olas de Neruda en los labios de Matilde.
¿Quién
lo diría? Juntas, a la fecha y como siempre, hacen un recuerdo con el tiempo
como el pan en el horno del hambriento.
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