Como el otoño, tiras las hojas que son palabras en los caminos del olvido; es lo que pretendes con tu alma desalada por el amor. Ignoras, sin embargo, que este golfillo del tacto delirante imprime carácter como alguno de los sacramentos. Es todo lo que te puedo decir con el tiempo en el bolsillo de mi gabán, impoluto.
martes, 22 de octubre de 2024
viernes, 4 de octubre de 2024
JUVENTUD
La coherencia y el compromiso de quien informa y de
quien escribe para un publico-lector son imprescindibles para crear opinión. Y
según lo escrito anteriormente, nuestro texto tiene que rezumar esa coherencia
y ese compromiso; en este caso con uno de los temas más sangrantes que acucian
a la sociedad en cualquiera de los espacios vitales que nos toque en suerte
vivir: municipales, regionales o nacionales. Y para empezar sin ánimo
dramático, nos hacemos esta pregunta sobre las características de la juventud
actual:¿cómo se llega a esta situación? Porque a día de la fecha, como muy bien
reflejan los medios de comunicación, un porcentaje sangrante de nuestros
jóvenes están condenados al paro o a sueldos de miseria o a sufrir en las
propias carnes la frustración a sus desvelos durante días y años como
estudiantes. Y ya no decimos nada, por decencia, de la carga económica para las
economías familiares de los estudios y derivados a los que tienen derecho los
hijos. Porque es un derecho.
Sin embargo es
evidente que con los datos actuales en la mano, esta juventud nuestra sufre una
grave marginación, por parte de las instituciones que van más allá que los
bonos ferroviarios que tampoco están mal; o soportan estoicamente, por ejemplo,
el abandono en el acceso a la vivienda no ya en propiedad sino de alquiler.
¿Tener hijos? Con
los índices de natalidad actuales, ya vemos que no son tontos y son más
responsables de lo que parece.
¿Y de casarse? De esto más valdrá no tocarlo y evitar
los comentarios facilones y estúpidos. Porque gracias a Dios aquellos
increíbles gastos para la parafernalia de la boda y que se endosaban a los
padres sufrieron las consecuencias de una sociedad menos dependiente del “qué
dirán” o de la clerigaya que tanto nos atosigó con sus doctrinas más teóricas
que prácticas.
Con estos datos, y si le colgamos un adjetivo a estos
jóvenes de nuestros días, menos el de “mimados” por la sociedad, cualquier otro
puede servir. Y sin embargo talmente parece que nadie es responsable de esta
lacra social; pues sin duda alguna podemos afirmar que esta desidia
institucional nos parece hasta vergonzosa pues si bien nos aturden con Venezuela o una tal
Begoña o el concierto catalán o que si
este juez o el otro de más allá viven enzarzados en las nubes de papel… Pues
bien, querido lector, para estos tiempos
de cólera estaremos de acuerdo en que para nuestros castos políticos menos "el
hombre de la calle", todo lo demás es trascendental: una vergüenza. ¿Qué pensará cualquier chaval que palpa en
propias carnes con la emigración, por ejemplo, ese vacío institucional? Abogar
porque tengan un futuro asentado en unos presupuestos municipales, regionales o
nacionales es imprescindible: tienen
derecho a que su futuro no sea un caminar con cadenas en sus tobillos. No
`pueden ser prisioneros de una sociedad en la que cada cual no es rico porque
no quiere, como decía aquella Margaret Thatcher: tienen derecho a una esperanza
con convencimiento, aunque nazcan en la aldea más remota, por ejemplo. Lo demás son pamplinas, ejercicios vacuos de
retórica.
Blas de Otero
Arañando sombras para verte,
en el día y a la fecha,
y sin versos y a medias con las palabras,
es lo que hay a orillas del corazón.
sois búsqueda para el consuelo.
Sonáis en la lejanía como nube
en el horizonte,atisbos del amor,
astillas de esperanza, efímeros
para un alma desolada y errante.
para buscar, tan incierto como un fin;
y a la mitad, en el medio, tu nombre
y Dios, un algo para seguir.
Para tener donde los ojos
nunca sean referencia para
evocar los síntomas de la muerte,
con una palabra: mañana.