lunes, 21 de marzo de 2016

 Reflexionar es abrir una brecha en la luz: lo intangible de sólo pensar.



Engaño

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar
. A. Machado.




Un cendal y la brisa. Tan suave y ligera  como  el aroma
de la risa, así el engaño de los sentidos para decir sin hacer,
del humo del vivir, un fuego con  su  indiferencia.

Sigilosos ellos cual tenue color  ajeno a la luz, son cabriolas
sus juegos de azar, el paso de los días, cual pasos
del lince sobre perdiz  con delicado plumaje, lleno de sabor.

La vista, el olfato y el tacto, vecinos de la  tristeza
o vestidos de renuentes gustos para las hambrunas del alma,
son trampas saduceas contra la verdad del vivir.
 El placer y  las  palabras  con aires  de   caramelo, infieles,
nos hacen distraídos al momento que no existe aunque la suma
haga el tiempo con nombres diferentes: cientos de ideas
como plumas de gallo nos llevan al chaman del silencio y  de la nada,
a los desaforados brazos  tan largos como lenguas de mar.
Cual cíclopes o molinos mordidos por el viento de la ansiedad,
a sabiendas, ignoramos que los árboles crecen solos aunque no sepan
de Dios. Olvidamos y sin embargo  nos hacemos matrioskas
 en busca del amor: no cejamos y sabemos de los hilos
que nos atan a los nombres que se repiten y nos obligan
 a  volver a empezar: el horror de ser hombre y el hambre
y los sueños y lo mismo de siempre salvo tu nombre,
Soni, que rompe las sombras para hacer realidad
del recuerdo y visos  de melancolía cuando miramos atrás.

   

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