CARACOLIN
El amor no puede crecer
sin pasión.
Oráculo de Temis.
Lo dijo el Amor
cuando pasaba. Cupido.
Rumbo al deseo,
con sigilo, y vacía de palabras
su aljaba, al
sesgo del susurro, y en el aire
suspendido, dos
chispas le saltan del
fuego de un
corazón. Cauto, por la sorpresa,
descubre la
imagen de un caracol.
La humedad del
eros, un ambiente de lluvia
que es la
ternura, el ascua por su intimidad,
la lenta y dulce
carrera en el tronco de una
pasión, son vida
para su intención: remite
a la mano
hacedora del mármol para
comprender la
forma de los amantes:
Indisoluble
unidad, ni el respiro de una palabra
rompe el paso de
los amantes: caricia
y coraza son hechuras de su alma;
la arenisca de
la duda ni les roza: queda
cual recuerdo sin
firma, al lado del olvido.
Son el tacto y
la visual de la confianza,
el rito de la
paciencia, la calma: su vida.
Y si polvo y
ceniza, más allá de la muerte,
serán sus nombres,
polvo enamorado.
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