La Cortina: una lectura
diferente.
Hace poco meses fue noticia en
el concejo el arguexu que bajó en La
Cortina. De gran envergadura por la tierra y los morrillos que se
desprendieron, si no hubo una desgracia es porque Dios no quiso. Ante esta desgracia que pudo haber sido, sería
normal que de alguna manera quedase una referencia escrita para ejemplo de
futuras generaciones; en tiempos, cuando Dios era el centro de toda las vida, tal vez una capilla, tal vez una lápida en la
pared de la iglesia con la fecha y una referencia religiosa serían el recurso
para el recuerdo. Para los tiempos que corren, pese a modas y costumbres y
nuevas tecnologías y amor líquido para las relaciones; pese a las ideas que se
esconden de todo lo anterior, La Cortina será recuerdo si con cuatro palabras describe el peligro al
que los vecinos estuvieron sujetos en este año, 2018.
Y las causas.
Porque si el destino del hombre es su aldea, como dice T.S.Eliot, las
generaciones futuras, dentro de cincuenta o cien años, tienen que saber que por
morir la imprescindible cultura del agua
en el ámbito rural, su pueblo a punto estuvo de sufrir una desgracia. Este
saber centenario es el que evita argaxos como este de ahora, y que desaparece cuando ya no hay manos para
abrir presas, aguatochos o canos que
pocos ya saben lo que son.
Porque si cultura es lo que
queda después del olvido, propiciar el
recuerdo con un símbolo y unas cuantas
palabras es importante para las futuras
generaciones porque sus antepasados
supieron plasmar en palabras las consecuencias de la muerte de tantas
culturas populares que se perdieron
cuando sin prisa y sin pausa desaparezcan quienes hacían su vida con ellas.
Aunque siempre
hay un lejano nogal, doblado sobre el agua, a donde acuden a morir los guerreros
más viejos escribe J.Llamazares.
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