METAFONÍA
Ya lo escribió Eleanor
Roosevelt en el libro que se titula "Lo que aprendí viviendo";
cuando habla de la sociedad del futuro en los años cincuenta, escribe esta mujer
que " hoy nos enfrentamos a un gran peligro: la pérdida de nuestra individualidad".
Y esta parece ser una de las finalidades de los nuevos recursos tecnológicos,
aprovechar la pasividad de las personas que ni se preocupan por defender su
propia personalidad. "Con el desarrollo de la automatización las personas
cada vez ven más difícil ejercer el derecho a ser un individuo". Y vaya si lo consiguieron. Nos presionan
tanto y tan vehementemente que para saber en qué mundo vivimos, fruto de la
globalización, ya existe el
concepto de modernidad líquida que esconde sus características . Y que lleva
por delante, arrasa, a lo que entendemos como sociedad
tradicional. Mientras que ésta se sustenta en unos valores firmes e
inalterables que van más allá del tiempo, la modernidad líquida supone un feroz
desarrollo del individualismo que destruye nuestra sociedad como refugio y como
el entorno social más seguro. Todo
lo anterior viene a colación porque si reflexionamos sobre las señas de
identidad que nos diferencian como lenenses, no hay muchas de las que tirar
para conseguir una definición. Aunque, sin mucho rebuscar, hay una que sí identifica el concejo por el
habla de sus habitantes, aquellos que todavía resisten, con el alma, en el
ámbito rural. Es la metafonía, muy
nuestra; aunque ya en franco retroceso,
según Rosabel Sansegundo, lenense de pro. Para que el lector profano en estos
temas sepa de qué hablamos, el poema que empieza: Un mocecu en Retruyés// con un pelu mató un guetu ...es un ejemplo de este fenómeno lo mismo que "cimiru, fondiru, pilu, tuntu y Cuitu Nigru". Y ahora viene otro
tema: la guerra entre las lenguas que son demoledoras pues sólo una será la
vencedora. Y no creo que haya muchas dudas sobre cuál será el resultado entre
el asturiano y el castellano: vista la pasividad que nos caracteriza en este
como en otros temas, sin duda que el castellano borrará del mapa tanto la metafonía como cualquier otra
diferencia que sirva como seña de identidad. UN ejemplo más de modernidad líquida
contra sociedad tradicional. Después de todo ¿a quién importa que el Everest
sea navegable?
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