Golondrinas
Amanecer
y el sueño que cae en brazos del raitán: el privilegio
del canto
La luz
y la cerezal con las mil flores que me dicen
los pasos que tiene el día.
El recuerdo
con la fecha como muesca de la vida,
con estilo de soledad para seguir el camino.
Es la vida:
cien mil ojos que me niegan la esperanza
de los tuyos; perdidos en la palabra, es la nostalgia
que riela, trémula, entre los dedos de la nada.
Y si vuelven
las oscuras golondrinas, nunca vértices del amor,
desconocen nuestro aire, viciado por la ausencia
que nos vacía el alma, y si vuelan, pasarán.
¿Qué nos queda?
Ya lo sabemos: es el amor que pasa.
Es el amor que buscamos; es el amor
que nos busca para buscarse en sí mismo;
los mismo que hacíamos nosotros
cuando él nos habitaba: siempre y nunca y mañana.
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