miércoles, 27 de julio de 2016

Todos los sustantivos en común y propios son siempre esencia inalterable, con las mismas características pese a que la vida es la fuerza de las fuerzas del remolino, interior, que sale a la superficie en la sangre del alma, las palabras. Y con ellas, la más importante para vivir, el sustantivo, propio o común o común y propio.  




Remolinos y nebulosas.
     La muerte … es la acumulación de siglos que nunca se olvidan.V. Aleixandre

Qué suerte de la palabra y su nombre, sin ápice de duda o segmento,
el sustantivo. Pepita indomable o insondable silencio, es suma, cuando habla,
de siempre  y lo mismo para siempre, igual: ni con el  fuego de las ventiscas
se alteran las cenizas  cuando arde el corazón. ¡Claro!  En el remolino, por  uno, somos
todos con  el amor: supervivientes  del tacto y del deseo, estamos
sujetos al acerbo de la pasión, la nebulosa donde vivie mi nombre
con las letras de tus sonidos, escurridizas y  sibilinas  o domeñadas
por los síndromes del desamor. Pajaritas  ellas de papel ,
qué extraño desvarío hace mi nombre un  sustantivo común
cuando,  con tus dedos,  me dices que amar es deshilar
la urdimbre que tanto cuesta  tejer. Sin embargo,  sabes y desayunas
con la certeza de que todas las palabras, conmigo,
 son el hilo de Ariadna y el Minotauro y el toro blanco
y Creta o Reconcos  o quién tu rey Minos, hijo de Europa, 
en Pola,  donde Tu nombre no es el trueno rumoroso  que rueda/ como sólo una cabeza separada del tronco. Es la realidad que vive  en el fondo de un beso dormido.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario