Como en la vida de las personas, lo que aflora a la superficie es un efecto muy simple de todos los mundos infinitos que habitan tanto el alma del hombre como
los silencios de la tierra. Tal el color verde, sin más.
El verde y los ojos de las nubes.
Muchos días me
engarza al paisaje
la luz como un anillo a una esmeralda.
la luz como un anillo a una esmeralda.
R.Alberti.
Todas en común, lloran tu nombre porque todas en común
saben de los silencios imprescindibles para los tonos de tu ensoñación.
Todas en común hacen, con el viento y las palabras,
lágrimas que serán
cosecha cuando el silencio ponga en
cada
árbol, su hijo, tantos pespuntes de primavera
como la madre ardiente en deseos con el niño
recién parido; la madre, contra el tiempo o
indiferente
al ámbito y su condición,
es rueca de incontrolables hilvanes,
como las nubes y en común, el alma de un qué será
único e incontestable, cientos y miles, millones, tantos
como lágrimas en verde, en los caballitos de la brisa del
amor.
Como el mar y un dislocado amarillo, saltarín y en soledad,
asoma el deseo y busca un azulón para el verde sumergido en las aguas del tiempo,
ajeno al recuerdo y lejos del olvido: ese imperceptible
manto
que hace de la vista
la alegría del vivir. Esa imagen
del día
que arroba mis sentidos y recuerda tan profundas
diferencias
cual tentáculo del amor. Sean fresnos, robles o castaños,
mis álamos y su invisible y temblón abrazo, tan esperado,
todos hacen del verde y las nubes imágenes de vida, sus ojos y
las estampas de
agua que hacen de los nombres anclas y
las manos del mar,
a las espaldas, a
pecho abierto hasta el polvo enamorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario