Poeta en Nueva
York
Sangre que oxida al alisio descuidado en una huella
Y
disuelve a las mariposas en los cristales de las ventanas.
F.G.L.
Todas las palabras
son un dolor, pájaros que roturan gemidos
Que las ciudades
emiten cuando son Nueva York.
Cristales rotos en
alcohol de cigüeña, son los hijos de las calles y los sueños
Cielos sin salida,
arañas, templos de los brazos amarrados
al deseo,
Pivotes de la crueldad extrema de los
perros vacíos.
Aquella niña
en latón prisionera, hierva masticada,
alma herida
Por la quemadura infinita, Lorca enmarañada en
los hilos del amor,
Roba a los tigres
los dientes de león, desván y musgo de la ferocidad
Del insecto. Sus dedos helados abren la ruta del
cielo
A los trenes de
cristal: en los paisajes de leche, las piedras vacías
Se amaban más allá de las fronteras, las distancias o
de lo museos.
El duro marfil de
tu carne invisible era un millón de hormigas
Que devoran los
lechos vacíos y los barcos encallados: el vacío
Del hueco de las
venas, máscara de las palabras en el recipiente
Donde viven todos
los nombres de tu corazón. La última
gota,
La que grita:¡ Ser tu de no ser yo! Nunca
asesina emboscada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario