Niebla
Tus palabras son
niebla que deshace mis formas, desvirtúan mi alma,
La engullen, la
envuelven sin la compasión de araña. Con
el dulce aroma de
La miel, tu risa, y
ajeno
al cristal de la memoria,
Rompes en mi
laberinto con el hilo de Ariadna, el amor.
Trasiegas mis
recuerdos y me obligas a la fe. Dejo que
mis fuentes arrullen tu discurso,
Que mis aguas
cristalinas recojan tus sueños y les quiten la sed cuando me dices,
Grácil, de tu mundo extremo por la angustia del color.
Cual Ulises varado en su Circe, con sus lánguidos brazos y los sones
En los peines del
viento, el alma de escita caía en tu
alma: árboles sin forma
Y hojas sin
brisas, el rayo era un sonámbulo de la
nada.
Fue entonces la
bruma y el mar, el campo de la sombras en aquella playa:
Se rizaban en sus
nombres las olas. Las brisas son frutos en aquel palmeral.
Y de pronto tu nombre es nombre de arena en mis
dedos: castillo y torre de coral,
Armas melladas por
el vacío de un sinsentido que tenía un sello ya desvaído.
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