Dicen que decía..
Era tu vida una serie de puntos desbordados
por el afán de saber, tan fuerte como la terca luz del
amanecer.
Fruto de la curiosidad y del silencio y al acecho de gestos
delatores de una
intimidad propia que ocultar por el
posible
de una humillación, aquella puñalada, en frío, podría
ser,
por ahogar un
comentario , la trapera ironía del saber oculto
del dicen que decía como un poder para doblegar.
Eterna satisfacción esta del oído agudo y el pan en el aire
de las palabras; como Eva, en el paraíso, reptas con sigilo
en busca del hambre contra la vida, una tentación, una
fuerza
telúrica, incontrolable, que esconde tu sombra
como un imán;
esa atracción te hace cangilón de la noria que recoge,
del alma, como reserva
en el parapeto, las aguas oscuras,
traicioneras mañana como flecha envenenada; cuando la sed
del habla y su inconsciencia te obligan al uso de la dentellada,
dejarás cual pila de sal su alma, ya reseñada y domeñada
por el miedo al dicen que decían, los colmillos
mortíferos
que paralizan contra
la espontaneidad del decir.
Y así, siempre, nimbada por el silencio delator que
obliga
al camino desviado por quien te huye a pasos contados,
buscando la sebe protectora del pundonor viciado
por la duda que insufla tu ladina palabra por tanto
saber.
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