Esas imágenes que me regalas todos los días obligan a estas palabras.
EL A R A M O
De vértigo tu cuerpo calcáreo, lleno de vientos y de nombres, vives en
palabras de piedra y de silencio; palabras con fatigas, de consuelo y
esperanza. Y que son y serán hoy de mañana, para siempre. Tú, como un Dios que
nos pone de rodillas, nos das el sol con el agua y los pastizales contra el
hambre. Y como pastan tus nieblas que las fecundan, las vacas hacen sonidos y
orquesta con graves y agudos, melodías. Entonces, como fueron y somos, también
serás: en tiempos, otros te invocarán y
dirán su nombre que será en ti, un día, sombra de
nube en tu corazón.
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