Un aire y la pátina
del tiempo.
¡Un aire! Como un aire. Ni
pensamiento ni sentimiento.
Tampoco nombre ni la sombra
de una palabra para hacer presencia
con tu recuerdo. Nada. Como tú, está ahí, lo respiramos y nos
traspasa
hasta el tuétano del
corazón: es vida. Aunque no le vemos
ni lo imaginamos,
tampoco lo hacemos ni luz ni agua o
color.
Sin pasado, como un
presente, eres un barco sin estela y sin horizonte.
Nada te sirve para
encontrar el tacto y hacer los relieves
que necesita el amor: un
fantasma que hace de la risa
un Partenón o lo devaneos de los dioses
que nos viajan ocultos como
un deseo, invisible.
Y serás. Aquel pecado sin
palpo, hijo de la fantasía, sin forma
y con la letras vacías, es
tu símbolo. Contaminación.
Aire viciado. ¡Qué pena! Tan joven y ya sin empuje
para hacerte mujer, aunque
siempre árbitro de tu soledad.
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