Valentin es un roble de cuatrocientos años que vive en Tineo. Fue recuperado para el recuerdo por su pintor de cámara, Fernando Fueyo. Y nada más.
Valentín
Yo soy como el árbol solo,
que estaba al pie del camino
dándole sombra a los lobos.- Canto popular andaluz.
que estaba al pie del camino
dándole sombra a los lobos.- Canto popular andaluz.
Imposible la mirada vieja para tanta perfección. Ni
cansada o tonsurada
ni afligida para tantos
brotes al más vetusto de las primaveras
con el nombre de Valentín:
el viejo roble, sinfónica y parachute donde cuelga el revés de la vida
y sus concomitancias, la aventura de su juventud. Tanto más intensa
cuanto la edad más
tardía, un trozo de cielo, en el firmamento,
hace de sus múltiples brazos los nidos donde el amor es
su resolución.
Con el tronco que
a la tormenta doblega y a la ventisca apacigua, sabe de la espera y de
la dulce victoria con tanta derrota como lo acompasa: nunca es invierno
en los escondrijos de sus raíces telúricas que nos
aprisionan como una esperanza.
Un aire suyo nos aprisiona sin tiempo, nos obliga y cada
mirada
a su tosco sayal, es asunción en tantas y miles de hojas,
saltarinas y
juguetes de los dedos que las brisas agitan contra mi
ofuscación.
Valentín, venerable como
los grandes, hijo de la sombra y
de un una bellota, nimia.
Como ellos, es tu
grandeza como polvo de estrellas. Y con tus palabras de miel, todos los mitos hacen su fuego cuando frotan
el viento que recogen cuando sesteas
y sueñas con Fernando y sus colores para ensombrecer tus
mejillas.
Perjuro de la humildad, las arrugas soberbias hacen joven tu corazón a los ojos
y las palabras que brotan cual lágrimas de tu emociones. Y donde estás,
Valentín,
miradas de luz y
esperanza hacen de ti un sueño, el mismo
que buscamos
cuando tu ausencia va más allá de los nombres y del tiempo:
siempre.
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