¡Qué terca y pesada es la historia por la manía de sacar a la luz lo que con tanto secreto estuvo en el arcano de los tiempos aquellos!
El universo de papel: El hombre que amaba los perros.
El libro que le sugerimos
es una novela donde se describe la inhumana desmesura de la que hicieron gala
las dictaduras del Ss. XX; la misma que
define el trabajo de aquellos revolucionarios que lucharon hasta lo indecible
para que su ideología cimentase los
pilares del Estado: es el caso del
comunismo y del fascismo, las dos lacras ideológicas que más muertos y miseria propiciaron en la historia de la
humanidad, y cuyo origen está en el miedo a la libertad, como bien escribe el autor del libro con ese mismo título, Eric Froom. Y como dice Padura en su novela, El hombre que amaba a los perros (Tusquest, 2015), todo fue un proceso en tiempos en los que
ni la duda estaba permitida: una
definición perfecta para entender la historia de Stalin, el enterrador. En
busca del poder absoluto por medio del comunismo, como ideología, y las sangrientas purgas como recurso
principal, lo consiguió cuando el Estado quedó bajo el control absoluto del
partido comunista a su vez atenazado por el puño de hierro que era la mano de
su secretario general. Con esta estructura férrea, aunque con medio injustos, consiguió el fin que se proponía sin
importarle, en absoluto, las consecuencias; de ahí salieron los millones de muertos necesarios para implantar
el paraíso comunista. Y programado todo con tanta precisión y violencia por el
padre de los trabajadores del mundo, que esta novela de Paduro más parece un
manual de los horrores que un trabajo de la imaginación. Es una novela donde
quedan destapados los malévolos recursos empleados tanto por el comunismo
cubano como por el bolchevismo en la Rusia de entonces: descastar de raíz cualquier síntoma de oposición al
dirigente supremo como a la sanguinaria ideología, era el objetivo único que se
proponían; como ejemplo de lo que escribimos,
reléase el muy meditado y premeditado asesinato de Trosky a manos del
español Ramón Mercader, personaje perfectamente descrito en la preparación del magnicidio que con su piolet perpetró en
Méjico. Y por si hay duda alguna de lo
que decimos, a Padura lo avala en su
trabajo como escritor, la novela del español Andrés Nogales que se titula El maestro Juan Martinez estaba alli,
tan espeluznante como la que recomendamos.
No es de extrañar, pues,
cuando leemos El fin del homo sovieticus,
que en sus páginas asomen almas
de entonces marcadas a sangre y fuego por lo que vivieron, sin posibilidad
alguna de escapar a tanta barbarie. Es lo que fue.
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