la hoja
en blanco.
Esta
nevada que nos amarra al palo mayor de
los días con sus noches, y esconde en el
párpado la mitad de las palabras que necesitamos para caminar; estas nevada, que me
roba tu ausencia, arde fría en el
corazón; esta nevada, como introito a la
primavera y a las risas que nos esperan,
nos traerá el canto de los pájaros y la flores del cerezo, impacientes al regazo y al tacto con un sabor a expensas del mañana.
El que dice
esta canción:
Si
vienes mañana a verme
y me
traes tres palabras
que
hablen de lo que fuimos
cuando la nieve era blanca,
entonces
valió la pena
que se
rompiera mi alma
como los fríos carámbanos
cuando
buscan las miradas
que esperan , cuando se caen,
para ser
de nuevo el agua:
volver y
esperar es todo,
un
destino sin patrañas
que hará
mil flores y frutos
por
mucha nieve que caiga.
Esta nevada, ya ves que inesperada, en el
febrero del dieciocho, es oportuna
como la sed, aunque sólo
Dios conoce los derroteros que se pueden
derivar.
¡Esta nevada y los quistes de un corazón! ¡Ay esta
nevada!
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