viernes, 22 de noviembre de 2019



Almas de agua y laurel: AGUA NEGRO.
Ay, María y tu ámbito, negro como un terror infantil; tu alma de cristal, transparente, es fractal por las palabras de la bestia indómita, tu hijo, que te hace dueña de tanto dolor como atesora un maternal regazo; inasequible, además, a las heridas y sin cauterizar, la esperanza, María, era un futuro de luz cuando un sorbin de lágrimas buscaba el amor que rompía tu corazón.
¡Lo pensabas tú!
Y como siempre, sin embargo, te niegan la identidad y la ternura. Hacen contigo
el mandil arrugado por la miseria y el hambre, una harapo, la bayeta en su albañal.
Sólo aguardan, acechan y recechan. No te dejan vivir. Te ratean el aire y ni siquiera
los ojos hacen de ti una propiedad: hasta las imágenes se ríen de tu ingenuidad.
Nada te pertenece. Su violencia te sisea hasta las migas del pan, y en tu casa,
arrumbada, por fuera, te hacen ese perro de la calle, abandonado, perdido, flaco y sucio,
con el hocico gastado de rebuscar en las basuras y el lomo herido de dormir al
descubierto … en palabras de David Trueba que te regalo como prueba
del recuerdo de lo que ellos fueron por siempre y tu conmigo, hoy.

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