José Manuel Castañón: la épica de la batalla.
Hace años, para retener en el tiempo el recuerdo de los
ilustres nombres que honran nuestro concejo con su vida o con su obra , el Ilmo. Ayto. de Lena encargó un
cuadro donde se recogiese el retrato de los mismos. Está colgado, con buen
criterio, en nuestra biblioteca, y en el
mismo figuran si no todos los que son, sí todos los que están. Y con buen
criterio también, el pintor del mismo colocó en el centro la iglesia de Sta.
Cristina que supone una advocación contra la fragilidad de memoria que sufrimos los españoles.
Uno de ellos es José
Manuel Castañón de la Peña, nacido en nuestra villa el día diez de febrero de 1.920, el mismo año en que muere Benito
Pérez Galdós o se funda el PCE. Y como su principales actividades en la vida
fueron las de soldado y escritor, por fecha de nacimiento pertenece a esa
generación que tan bien describe Blas de Otero en su poema Patria:
Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.
Años de guerra
Describe
el poeta, en estos versos, tanto a quienes
soportaron las consecuencias de la guerra civil del 36 como a los que sufrieron en carnes, por su juventud, bien el golpe de estado de Primo de Rivera en
1.923 o la proclamación de la segunda
república en l.931 con el intento de insurrección en Asturias en 1.934:con tanta
violencia social y política, el alma de aquellos jóvenes será un retrato lleno de cicatrices
como principal seña de identidad. Y como
ejemplo, con Castañón por testigo, decir que con dieciséis años se
escapó de casa por los montes limítrofes con León para participar como soldado
voluntario en el ejército sublevado contra la legitimidad republicana. Ya
encuadrado en una unidad falangista, participa, a las órdenes del coronel
Aranda, en el cerco de Oviedo como defensor; allí, en 1.937, con diecisiete años, casi pierde la mano derecha que le quedó
medio inutilizada para el resto de su vida; y como el manco de Lepanto,
patriota como él, la presume a la par que lo toma como guía en su posterior
vida literaria. Porque en los años siguientes, 38 y 39, sigue activo en el
frente de guerra ya con el grado de alférez provisional, hasta la terminación de
la misma. Pero además hay que decir que era un militar con acendrada ideología
falangista, asumida desde joven y que razona con su padre, Guillermo,
diciéndole que nuestro movimiento es el exponente más significativo en la lucha
perenne por la Patria, el Pan y la Justicia: Bandera Negra y Revolución son los
símbolos que hace propios además del Saludo a Franco: viva España y Gloria a
José Antonio, o Viva Hitler cuando estaba en el frente ruso. Era lo normal para los tiempos que
corrían y por la condición de caballero mutilado de guerra en el bando
vencedor.
Y por si
no fuera bastante con la guerra civil, al grito de Serrano Suñer: ¡Rusia es culpable!, Castañón se enrola
como voluntario en la que llamaron, por el uniforme, la División Azul: era parte del agradecimiento
a Hitler por la inestimable ayuda en la guerra civil; y que tenía un objetivo único, contribuir a la derrota del bolchevismo, causa
de todos los males según la propaganda al uso que se hacía en este pobre país. De
aquella experiencia salió su libro Diario
de una aventura(1.991), en el que
narra el viaje de 900 Km. de los soldados españoles, a pie, como si fuese una excursión de Boy Scouts. Y
donde no hace alusión alguna a las páginas de su Diario impresionista y sentimental que había pergeñado allí con el afán de trascender en el recuerdo
de su familia, y para que sintiesen admiración por su vida fuera de España, si
muriese: nunca decaigo en el valor y
siempre sigo adelante; conscientemente vivo inmerso en el peligro y tengo la
muerte a mi lado. Espero tener suerte porque pediréis a Dios que así sea.
Hasta que se le congeló la
mano derecha por las bajísimas temperaturas propias de la estepa rusa. Evacuado
a un hospital, los médicos alemanes
evitaron amputarla y se la recuperaron; con el tiempo, llegó a escribir con ella aquellos garabatos
que tanto trabajo nos costaba descifrar en textos literarios y correspondencia.
En definitiva, como soldado y falangista, siempre hizo gala de un gran espíritu
de sacrificio y abnegación aunque también sufrió decepciones que le impulsaron
a darse de baja en la 4ª Bandera de Asturias, su unidad de referencia; se busca,
entonces, un hueco en la vida civil
haciendo uso de sus relaciones políticas, entre ellas con el todopoderoso
Serrano Suñer, cuya esposa le abrió las puertas de la Academia de Ávila para
hacer los cursos de alférez provisional.
Y los generales Aranda y Muñoz Grandes también aparecen en su currículo por su afán
de obtener compensación por los sufrimientos
por la patria habidos como soldado en el bando de los sublevados.
Pero antes de seguir
adelante, escribiremos unas características propias de su etapa
guerrera. Serían estas a nuestro juicio:
- Sobre la huida de la casa
paterna a los 15 años para unirse a los sublevados en León, con el consiguiente
disgusto de los padres que lo dieron por desaparecido, fue consciente del daño
que les había hecho y les recaba la comprensión y el perdón correspondiente.
Aunque siempre se dejó llevar por su carácter impulsivo.
- A sus padres los hizo
participes de su sueldo (800 pstas.de los años 40)
- Como soldado, estuvo
siempre en primera línea sin rehuir el peligro aunque siempre pedía a los
padres y hermanas que rezasen por él a
Dios para salir de allí sano y salvo.
- Era animoso y totalmente
consciente de los peligros que arrostraba aunque no le apartaban del objetivo
que se proponía.
- Tenía por completo
asumido el ideario falangista en todos sus términos: justicia, pan y revolución forman
parte de su vocabulario.
- Era creyente y a Dios se
encomendaba para que protegiese su vida de los peligros inherentes a su
condición de militar.
- En definitiva, esta
primera etapa vital va desde 1.936 (tenía 16 años) hasta 1.942 cuando retorna del frente ruso, con 22 años.
Postguerra: 1.942 - 1.958
Son los años del
aislamiento internacional de nuestro país, del asentamiento del régimen
franquista con sus vaivenes internos para afianzarse mediante la combinación de
aliados de conveniencia: la iglesia y sus prebostes, con el Cardenal Gomá a la cabeza,
los falangistas, el ejército, los
grandes terratenientes, una nueva clase económica con la autarquía cuartelera y
el estraperlo como recurso principal. Y como añadido ideológico, la búsqueda de
una ruptura con el pasado inmediato que se sustituye por aquel lejano en el
tiempo y la historia, con sus tercios y sus Gonzalo de Córdoba, los Reyes
Católicos o el Cid; aquellos referentes de siglos que hacen suyo los ideólogos franquistas en la
frase "Por el imperio hacia Dios".
En este ambiente, empieza
una nueva etapa José Manuel Castañón: caballero mutilado de guerra con el grado
de capitán y una buena soldada, el día diez de diciembre de 1.942 se casa con
Nieves Escalada de la Peña, y fijan su
residencia en Oviedo en cuya universidad termina la carrera de derecho en
1.944. En la misma es nombrado representante del S.E.U., el sindicato
franquista y en 1.946, un 26 de mayo, le dan el cargo de Vicesecretario de
Acción Social, relacionado con su profunda convicción falangista de siempre,
"los girondinos", les llamaban. Y como cargo de confianza del régimen, viaja por
varios países hispanoamericanos y europeos y con los ojos abiertos a la
España trasterrada y migratoria. Fue en uno de estos viajes(1.951) cuando
conoció en Buenos Aires a Xavier Abril, peruano. Fue este poeta surrealista y especialista de
César Vallejo quien abrió su alma a sus
versos hasta convertirlo en el modelo espiritual por encontrar en sus poesías el respaldo a
sus inquietudes sociales y espirituales; hasta tal punto que se aprendió de
memoria sus poemarios que una y otra vez incluía en sus recitales. Y a tanto
llego su devoción que, casi sin recursos
económicos, llegó al pueblo natal de Vallejo, Santiago del Chuco, para rendirle
un homenaje personal y empaparse de su vida y su obra y del ambiente
que rezuma la poesía vallejiana. Hasta tal punto que los representantes
del Consejo Provincial lo nombraron HIJO ADOPTIVO, con la entrega de un
pergamino que siempre guardó con cariño profundo.
"Muchos se han ocupado de la obra de nuestro paisano; pero, no con
tanta profundidad como Ud.; su pasión por él se ha demostrado no solamente con
su libro, sino por su viaje que Ud. hizo a este Santiago, cuna de nuestro
hermano poeta; viaje que sabemos lo hizo en condiciones difíciles y soportando
muchas incomodidades .... tuvo por delante el deseo vehemente de saturarse del
ambiente vallejiano que significan: este pueblo, la casa del poeta, las
campiñas, etc.
Por todas estas consideraciones, el Concejo que me
honro en presidir, ha declarado a Ud. en sesión de 18 de Mayo del año en
curso(1.974) "HIJO ADOPTIVO DE LA PROVINCIA DE SANTIAGO DEL CHUCO"
Y como consecuencia de esta aventura poética escribe el libro que se titula "Pasión
por Vallejo" cuyos derechos de autor dona gratuitamente a la
Biblioteca nacional de Perú. En este libro desgrana los temas más queridos,
aquellos que fueron para el impactos al alma pues en el libro España,
aparta de mí este cáliz tienen su sitio, recalcaba siempre, no solo los soldados republicanos que habían
sido derrotados; también los vencedores con alma pueden redimirse
por la asunción de sus contenidos.
Y seguimos con Castañón en
España y en la postguerra y llegamos al año 1.953 que será trascendental en su vida.
En primer lugar, hay que decir que en este año fue detenido y encarcelado en
Oviedo donde conoció al protagonista de su primera novela, Moletú-volevá.
Se llama Carlos Martín Pajes
o Carlos Martin Lucero Calvino de Macuto, como lo recrea en ella JM.
Castañón. Pero la vida sigue, y ya libre y sin culpa, en l.954 se asienta en Madrid, lejos de la maledicencia provinciana y por
buscar una salida a su vocación literaria; allí se embarca en una aventura
cultural y funda la editorial Aramo que
también da su nombre a una revista de la
que se publican solamente tres números.
Como era de esperar, años
más tarde, en el año 1.956, saca a la
luz su primera novela y que es, según
sus propias palabras, la novela que me inspiró el pueblo vencido en la
cárcel o como dice Santiago Montero Ríos en el prólogo a la misma:¿Dónde concluye la realidad y empieza la
ficción? Más o menos lo mismo que dice el profesor Mainer:
es una novela simbólica y delirante que oculta otro relato realista y tierno. Como
si fuese la purga de su corazón o un "pro domo mea," que lo es, claro. Basta con leerla y hacer un
traslado de sus personajes a las inquietudes y a la vida del autor en aquellos
años, con la censura, nunca ausente en el alma del creador, la autocensura como espada de Damocles encima del alma.
Pasan dos años y en 1.958,
Castañón, en desacuerdo por el uso que los franquistas hacen de la ideología falangista y ya
totalmente desencantado por el uso que de la victoria hacen los responsables
políticos, convirtiendo, por ejemplo, a los mutilados del bando republicano, en la escupidera
nacional, pasa a Francia un 2 de febrero
del año 1.958, y el día 6 del mismo mes,
en carta pública dirigida al ministro del ejército, general Barroso y Sánchez-Guerra, presenta su baja en el cuerpo de caballeros
mutilados de guerra, renuncia a la paga correspondiente aunque en España había
una esposa y cinco hijos pequeños esperándolo.
"Vivir no es otra cosa que un discurso"
Con este
verso del poeta Muñoz Rojas, abrimos la siguiente etapa vital del escritor pues
su vida, como la nuestra, es un continuum de palabras aladas, ya trasterrado en
Venezuela a donde había llegado por el río Orinoco. En este país, se dedica
únicamente a la vocación literaria con libros,
artículos, ensayos, conferencias, discos y recitales poéticos. En cada una de estas
manifestaciones, aflora un trasfondo
social que se resume en este/ su verso
de Vallejo: no hay dios ni hijo de dios, sin desarrollo:
hasta Dios y su Hijo Jesucristo están limitados por las condiciones humanas de
este mundo. Todo es imperfecto, dice el poeta y
lo asume así JM. Castañón: "creo
en la fuerza brutal e inhumana del dinero; pero creo también en la generosidad
de los hombres; y quiero, como Macuto,
que hasta haya "buenos dolaristas[1]".
Se entrega, por completo, a su vocación de escritor y viajero, a la par que
busca el sustento de su familia con publicaciones y en los periódicos del país:
El Nacional, El Universal o cualquier otro que le abriese la puerta a sus
artículos.
Una adición de sombras incesantes
Con las palabras
anteriores, entramos ya a describir su
mundo literario aunque no en toda su extensión porque el sitio no es este
artículo para Vindonnus. Nos centraremos en dos de ellos, publicados en épocas
muy diferentes. En su primera novela, Moletú-volevá,
y en un libro de viajes publicado en Caracas en 1.966 que se titula Encuentros con Venezuela, ejemplo de su
amor por lo venezolano. Ambos, como
el resto de sus libros, son una adición
de sombras incesantes que proyectan la figura del escritor y narrador de
su vida, con el afán cultural único de
dejar constancia de los tiempos virulentos que, como testigo, le tocó trasegar. También
hay que decir que si bien en España tuvo una vida profundamente agitada hasta
llevarle al exilio, en Venezuela, donde
recaló, la llevó con el trabajo propio
de su difícil carrera literaria aunque a sabiendas de que la
intelectualidad venezolana le recibió
con los brazos abiertos. De hecho, siempre alimentó el cordón umbilical que le
unía a las dos patrias que habitaron su
corazón: España y Venezuela. Una con su familia y amigos de siempre y la otra,
con las posibilidades todas de una libertad de creación sin condiciones.
Y como su
vida de autor empezó en la España de los años cincuenta, describirla como un
país desigual, carente de libertades y por completo destruido, y donde primero se levantan iglesias que se
reparan las vías del ferrocarril. O como escribe Ovejero[2],
lo más importante es estar callado en un
país que se ha vuelto pícaro o más bien truhan, lleno de una miseria moral escandalosa
y donde la pobreza tiene muchos más
nombres de los que nadie se puede imaginar, como dice el poeta
Gamoneda. En aquellos tiempos, los creadores
se vadean entre la resignación y la resistencia pues como escribe G. de
Biedma: Media España ocupaba España
entera/ con la vulgaridad, con el desprecio/ total de que es capaz, frente al
vencido/, un intratable pueblo
de cabreros. Y lo mismo que se coló este cuadro de Julia Minguillón
titulado La escuela de Doloriñas, maestra rural
muy de la
de tema republicano, con el que ganó la medalla de Bellas Artes en el año 41,
exactamente igual fue la publicación de la novela de Castañón que salió a la
luz por la puerta de atrás, sin permiso
de la férrea censura. Y que sin pudor repartió por todo el Madrid cultural. Aunque tal vez por su carácter vocinglero, le colgaron el
epigrama que dice:
José Manuel Castañón,
tu Moletú Volevá
ni es chicha ni
es limoná[3].
Escrito por Juan Pérez
Creus y publicado en la revista de J.Cela El
Extramundi en MCMXCVI, denota una lectura superficial y rápida de la
novela, sin ánimo de profundizar en la
denuncia social que se esconde tras el anecdotario que rodea al mundo de Macuto
y sus personajes, incluido el propio autor. Y que es
el objetivo de los miembros de su
generación, la de los años cincuenta: la novela responde a un compromiso social
y político de los escritores que sacan a
la luz los personajes marginales que sufren en carnes los abusos de poder, con
un lenguaje sencillo y una narración lineal, sin complicación alguna. Así la de
Castañón.
MOLETÚ- VOLEVÁ.
Es su primera novela que
tiene un espacio, la cárcel de Oviedo, y un tiempo, que son los años de la postguerra en
España. El autor, en XXVI capítulos y un epílogo, crea un conglomerado de personajes todos con
su propia caracterización y que son los
parroquianos de Carlos Martín Lutero Calvino de Macuto, el "párroco"
de la iglesia dolarista. Tienen una
liturgia cuasi religiosa y que comparte hasta el propio capellán de la cárcel, tal
como oración matinal de todos los
días. Es ésta:
Padre Dólar, rey del bien,/ que estás en los bancos,/santificada
sea tu presencia/así a los macutianos/como a los desperrados./ El dolar nuestro
de cada día,/apetecido por cristianos/ y mahometanos,/dánoslo en secreto/a los
macutianos;/no lo des en pequeña cantidad/para sufragar/ placeres, vicios y
mujeres,/y no nos dejes caer en la miseria;/mas líbranos de tu ausencia;/moletú-volevá.
Y es lógico que la libra esterlina forme parte, también, del devocionario religioso de tales parroquianos: Santa libra esterlina,/madre del dólar,/ruega por nosotros,/ los
indigentes,/ahora, mañana y siempre,/Moletú-Volevá.
¿A quién extraña que
Castañón evitase la censura del nacionalcatolicismo, con el Cardenal Gomá a la
cabeza, para su publicación y para evitar enfrentamientos seguros con sus
antiguos compañeros de armas, dueños absolutos de la patria? A ninguno de
nosotros nos puede extrañar que llame "gendarmes" judiciales a los miembros de la guardia civil que
hacían, en la novela, el traslado de
presos, por ejemplo. Sin embargo, para el lector poco avezado, diremos que la
historia de Macuto es la anécdota que le sirve a Castañón para incluir, como miembros de su parroquia, una lista de desheredados sociales que pululan
por aquella España doliente con el hambre como protagonista principal: Félix Mª
Hus Voltaire de Galileo es el propio autor quien pone su sangre en el alma de
la novela, como dice en Encuentros con Venezuela,pag.195. Y como compañeros de viaje,
desfilan por sus páginas los maquis, la
administración corrupta hasta la médula,
el robagallinas, el joven poeta social, el dipsómano, la corrupción de
la justicia, el estraperlo del hierro y del cemento. En fin, un retrato
fiel de aquellos años que le obliga a
escribir: ¿no crees que al obrar un
tribunal de justicia así, habría que encarcelar al noventa por ciento de la
sociedad, por lo menos de la burocracia? Pag.116.
Sin olvidarse, claro está, de su defensa a ultranza de los
mutilados republicanos que eran la escupidera nacional de los vencedores. Mis amigos(los falangistas), escribe el
narrador, lucharon para ganar una guerra
y perder egoistamente,una revolución,
inflándose de nóminas. Yo no supe enrolarme a esta vida. Canté himnos de
entusiasmo pero ahora sufro con el vencido.
Es por lo que nos parecen
más justas y propias las palabras del
profesor Mainer, dolido por no haber tenido a mano en tiempo y forma esta
novela de nuestro autor. Y mucho más acertado su juicio que el epigrama de Juan
Pérez Creus, escrito en el café Gijón.
Sobre la vida de la novela
en nuestro país, por las propias andanzas de su autor, decir que fue escasa su repercusión
en el ámbito literario pese a que merece una lectura que vaya más allá de la
simple anécdota macutiana. Aunque también hay que tener en cuenta lo escrito
por su amigo Juan Larrea sobre su vocación literaria: la asunción que hace de Vallejo justifica que sea Vd. un pésimo agente
de bolsa en la república de las letras. En definitiva, como hija de
Castañón, sufrió las consecuencias de su intempestiva vida espiritual y social.
Claramente, fue injustamente escamoteado su valor literario y social hasta la
nada.
ENCUENTROS CON VENEZUELA
Seleccionamos este libro
porque el autor, Castañón, ya se había cortado la coleta como creador, con la novela El Virus(1.966) , cansado con eso
de andar en ficciones tras los personajes: se sufre demasiado la realidad para
que yo la cuente en laberinto. Es la última y como tema principal, una diatriba angustiosa contra la locura dolarista de la Venezuela del
petro-dolar.
En esta nueva andadura
literaria, se pone como protagonista de sus escritos como libros o crónicas, con los versos del poeta colombiano León
de Greiff como lema vital: yo siempre vivo lo que siento,/yo siempre
pienso como siento, yo siempre/ siento lo que cuento,/ como invento y de
intento.
En este libro de viajes,
Castañón nos da a entender que, con su escritura, sólo está pagando una deuda.
Un deuda de amor por todo lo que es alma de Venezuela: sus gentes, sus
paisajes, su historia, la sociedad. Y lo hace sin servidumbre de ningún tipo,
ajeno a los intereses políticos del momento; quiere dejar constancia de que el libro es un dictado
de su corazón.
Uno de los más bellos, fruto
de su vocación literaria, y la antítesis
de La Cátira, escrita por el nobel
CJ. Cela; este pastiche de mal gusto, escrito como débito al dictador Pérez
Jiménez y a Franco con su política folklórica hacia los países
hispanoamericanos, es un desprecio a lo venezolano que nos marca las diferentes
actitudes de dos intelectuales españoles con objetivos vitales muy diferentes.
Si bien CM.Jose Cela cobró sustanciosas subvenciones, por un pésimo trabajo literario, de los dos
dictadores, Castañón recorrió los diferentes compartimentos administrativos a
pelo, hospedado en casa de los poetas, dando recitales y haciéndose fotos como
testimonio de su peregrinar.
Merecen especial mención el
texto dedicado al departamento de Trujillo
de la guerra a muerte , de especial interés para él porque era la pequeña
patria de Don Mario Briceño Iragorry, primer auxiliador de Castañón en el
principio de su aventura americana. El otro capítulo es el que cierra el libro
y está dedicado a Caracas cuatricentenaria: una descripción profunda de la
historia y de la intrahistoria de esta ciudad, con sus héroes y sus personajes
singulares, hasta los piratas de Drake, con los que cierra el libro, modelo de
documentación y de agradecimentos.
Y para terminar, cerramos este trabajo con
los versos de un amigo común que también lo vivió en su verso predilecto que
dice: solo la vida; asi: cosa bravísima. De José Manuel Suárez son estos versos sobre
Castañón:
No te sostiene el mundo. Tú estás fuera./Desnudo de
armaduras, barquero de otras aguas,/combates, sí, por fin, desde tí mismo./Son
otros frutos/los que la noche dio. Verás, cegado.
[1] Encuentros con Venezuela. Ediciones Casuz, 1.969.
Pag.196.
[2] La ética de la crueldad.Ed. Anagrama. 2012.
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