martes, 2 de agosto de 2016

Limpiaba en Oxford y escribía, a escondidas, en ruso ; sus textos, en el idioma original, los  dejaba en el tablón de anuncios más próximo que encontraba.Esta licencia que se permite como trabajadora le produce una profunda e intima satisfacción.  Se llama Nadia y me manda- no me lo explico- este poema. 




Mientras lloras, siempre te escribo.



Toda la tinta que tienen las letras de tu nombre me la chupan las arañas y las dejan vacías y sin aliento: tu.   Tampoco  puedo garabatear mientras te pienso  cuando sales de  correría. Y aunque andes por el cielo, colgada de las estrellas, con tus  ojos de palabras y huyendo por los temblores del miedo,  sin duda renqueas porque las víboras,  sí,  muerden  tu corazón.   

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