Versos para el desayuno: Nunca habría escrito estos versos si no estuviese enamorado.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
Non vitae gaudia quaero
Virgilio.
- En el origen de los versos el cuerpo de
Serafín y la crónica del desengaño, tributo siempre al vértigo del amor.
Cernuda buscaba su cuerpo y el
alma, obligado por el deseo. Sin embargo
éste se escabullía como el aire en el
viento, como sierpe encantada.
Serafín desconocía, sin embargo, las
consecuencias de sus juegos eróticos. La ansiedad que ponía a sus pies al poeta
es la
misma que le obliga a los versos que escribe: un carnívoro
cuchillo que bebe su vida. El que limpia
su alma y lo lleva a la desolación de la quimera: al olvido que siempre seremos.
¡ Ay,
Serafín, Serafín!
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