ELEVACION DE LA INOCENCIA.
Es camino del
viento, Covadonga, un revuelto de sueños
y luces sin
palabras. Un remolino por la inocencia
y por los velos de
las nubes en las sendas del recuerdo.
Las mismas que me
hacen, con el agua de Orandi,
niño deshabitado por hambre del amor
maternal, en el alma incrustado como velón
que tiene pábilo del tiempo, instinto puro de consunción.
Y desde entonces, cuántos pasos de polvo y palabras,
cuánto poso en el
alma por nombres y penas, las ausencias
de siempre: la cerámica del amor, fuego ardiente en el
papel
hasta los días en
Covadonga: ya rotos los cepos del deseo,
la alegría por el gozo de volver atempera las nieblas
que fueron del ayer como sombras
de los castaños, vetustos, que nos rodean.
Prisionero del instante, cada esquina en su piedra
esconde
un recuerdo que cruza la memoria
cuando la historia de aquellos días son imágenes
de pronombres colgadas en el balcón que trae
las quejas de los hijos de la tierra, árboles Covadonga,
compañeros que fueron y serán, como tú, para siempre.
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