miércoles, 25 de diciembre de 2019

Retornos del Amor en las arenas
Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Van voluntariamente lentas, entrelazándose
nuestras sombras descalzas camino de los huertos
que enfrentan los azules de mar con sus verdores.
Tú todavía eres casi la aparecida,
la llegada una tarde sin luz entre dos luces,
cuando el joven sin rumbo de la ciudad prolonga,
pensativo, a sabiendas el regreso a su casa.
Tú todavía eres aquella que a mi lado
vas buscando el declive secreto de las dunas,
la ladera recóndita de la arena, el oculto
cañaveral que pone
cortinas a los ojos marineros del viento.
Allí estás, allí estoy contra ti, comprobando
la alta temperatura de las odas felices,
el corazón del mar ciegamente ascendido,
muriéndose en pedazos de dulce sal y espumas.
Todo nos mira alegre, después , por las orillas.
Los castillos caídos sus almenas levantan,
las algas nos ofrecen coronas y las velas,
tendido el vuelo, quieren cantar sobre las torres.

Esta mañana, amor, tenemos veinte años.

- Para decir en esta navidad a quien atención a tus palabras.

domingo, 22 de diciembre de 2019



Homenaje a esas trabajadoras que inician una huelga para conseguir un mínimo bienestar. 







Allí donde sólo hay manos muy baratas en trabajos muy duros, yo me aprendo esas manos muy de memoria: dedo a dedo, alianza por alianza, uña a uña, cada falange, cada vena abandonada a su suerte, cada pliegue de la piel, cada forma delicada de los dedos.


El poeta escribe en prosa sobre la poesía que tienen las manos de las cajeras. Las cajeras de Alimerka, Carrefour o Mercadona. Son manos personales para objetos indefinidos, crónica de mundos infinitos y frágiles como el cristal, bajo un cielo quemante de neón.


Con mil versos en las manos, es porque tus dedos son dedos que saben llorar, dedos que saben reír y dedos que saben decir lo que dicta el corazón. Con las marcas de una ilusión y de una resistencia.

Aunque no lean a Manuel Vila.

lunes, 16 de diciembre de 2019













AQUEL AÑO DE TANTOS DÍAS

Me faltó el aire cuando te quise.
Las palabras eran gatos que mordían
en las letras de tu nombre.

Y me ahogaba. Cuando sentía
 la víbora de la angustia, me moría.

Y  cuando, frágil,  volabas cual paloma
herida por el león del deseo, águila del amor,
me faltó el aire cuando te quise.

sábado, 14 de diciembre de 2019

martes, 3 de diciembre de 2019







Fechas

En estas fechas y en román paladino,
finiquito el otoño y sus colores,
me viene, entonces,  la nostalgia
de los caminos y del silencio sin soledad
que me abre los vientos y su lagrimeo.

Sin quejas y con palabras , como un mar inmóvil,
los recuerdos son
como  hojas  del roble
que se abrazan a la tormenta
para llegar a mi corazón; las mismas que  persisten
y me buscan la primavera con tu nombre
y la sonrisa, a medias y sin remedio.
Esas que mis penas aprovechan y  escriben
para pasar la invernada.  
  

domingo, 1 de diciembre de 2019








CELOS  

                  

                                    Dios mío, si existes, haz que esté celoso.”

                                                                                                        N. Ginburg




El diccionario y mil palabras tóxicas por los celos
no  bastan para  las  víboras que muerden el corazón:  
víctima suya, un alma de cristal y frágil es añicos y murmullo
de silencio  contra el pésame del dolor, su angustia y  los gritos
como árboles  y sus gotas de silencio, tras la tormenta y su acompasar.

Nada como el sufrir contra la ausencia, sin perdón.  Imposible y  todo
en rebelión  contra la tiranía del  vivir, los mil gestos del gravitar
entre la duda y su desesperación: los hábitats de las fieras
que mascullan, en salitre,  la mayúscula del nombre y su definición,
son jaulas  sin barrotes  por  las dentelladas  de un corazón transido. 
Importan  los rugidos   como los bravíos   y su desesperación.
 Fuego imposible, incandescente y amargo
por tanto dolor sin sangre derramada, las miradas
succionan el sonajero  del amor, las mordeduras
de la serpiente  con ruidos de cascabel, como tu risa:
una puerta falsa al vértigo del dolor.

Entonces ¿Cuándo las paz? ¿Cuándo  será brisa
el viento huracanado que rompe las entrañas? ¿Cuándo?
Tal vez de hoy a nunca sea un tiempo ajeno a la finitud.

jueves, 28 de noviembre de 2019




Puerta del silencio
.
¿Cómo salir del cielo que es azul como una naranja? ¿Como las nubes,
a lágrima viva para que nunca falte a la noria
el agua como pa
labra? Son hijas de la tormenta con vientos huracanados
sin la cocción de los sentidos, una salmodia derramada.
¿Deambular como un roto corazón? ¿Qué nombre para restañar una herida?
Un silencio de miel podría ser cual bordón donde asir una esperanza
en línea con el horizonte, el alma lisa y sin apellidos.
¡Qué gozo!
¿Y si hago del color un suelo firme donde senderos innumerables
hacen posible un camino lleno de luz y de las horas del día? Tal vez las imágenes
con mis dedos forjan los clavos donde asir los resortes
de la voluntad: la implosión que arranca las astillas del corazón.
Y vuelta a empezar:
¿Cómo salir del cielo que es azul como una naranja? ¿Dejarse caer
como pluma de sangre en las garras del halcón?
¡Nunca!
Contra las sombras, con nuevos objetivos y los pasos contados
para el esfuerzo final, un resorte y un punto firme
como el pábilo, en el desierto, de la antorcha del amor: la saltaera,
la puerta del silencio , contra el viento, para volver a empezar.

domingo, 24 de noviembre de 2019




De tiendas


¿Qué es la vida sin un capricho? Se aproxima la navidad y se dispara el consumo, en  mayor  o menor cuantía, según el puesto que ocupemos en nuestra sociedad, que lo tenemos. Y es en esos días cuando se hace realidad aquello de Herbert Marshall McLuhan quien escribe que "somos lo que vemos", cuyo equivalente navideño sería "somos lo que comemos". Con otras palabras y dado el disparate publicitario que se monta en todos los medios, me pregunto si seremos conscientes de quién nos guía en nuestros gustos y de la función manipuladora que hay detrás de tanto anuncio "inocente".  Es de lo que escribiremos, con perdón. Pues bien, como siempre hay alguien detrás de todo, es obvio recordar que consumo y publicidad son los dos pilares del modelo capitalista anglosajón que exalta la economía del  consumidor o de las grandes diferencias salariales. Y como todo el mundo sabe,  son los promotores de los grandes centros de consumo que nos presentan como paraísos donde se pueden satisfacer las apetencias todas de quien, sin edad ni condición, acuda a sus tiendas centralizadas en una gran superficie.
Llegados a este punto,¿ puedo pedirte, paciente lector, que hagamos una reflexión? Vamos a mirar un poco por lo nuestro. No es ninguna tontería preguntarnos:  ¿Quién paga con sus impuestos los servicios municipales que presta el Ayto. de Lena? La respuesta es fácil: los residentes en Lena. Si tu respuesta es la misma que la mía, estarás conmigo en apoyar a quien propicia, con sus impuestos,  el funcionamiento de la Casa de la Cultura, con su biblioteca o  quien paga las luz de las escuelas o la limpieza de nuestras calles; entonces te hago una petición: apoya con tu compra  esa pequeña tienda de zapatos infantiles o de alimentación o de ropa que tienes en Pola. No alimentes  ese capitalismo feroz que ni sabe dónde vives ni cómo te llamas ni si estas soltero o casado o enamorado. Tampoco le importa mucho. Por el contrario,  en tu tienda de Pola encuentras a una vecina o un vecino que te agradece el detalle, te saludará por la calle y como tú, paga para que todos los lenenses gocen de unos servicios municipales dignos tanto en el ámbito rural como urbano.  Apoya el comercio local en estas fechas y prométeme que, al menos, lo vas a pensar.  Para animarte, te dejo este fragmento de un poema  de Manuel Vilas:
Cajeras del Carrefour, del Sabeco, de Alcampo, cajeras de todas las tiendas que he visitado, llevo vuestras manos en el disco muy duro de mi memoria. Manos grandes, pequeñas, manos tristes, alianzas, adornos, uñas de todas las formas y de todos los colores, venas bajo la piel, manos atadas a una máquina registradora, manos cansadas, uñas rotas. Falanges señaladas para trabajos poco señalados. Manos siempre pulcras, manos a veces de una belleza fulminante. Manos inesperadas.

viernes, 22 de noviembre de 2019



Almas de agua y laurel: AGUA NEGRO.
Ay, María y tu ámbito, negro como un terror infantil; tu alma de cristal, transparente, es fractal por las palabras de la bestia indómita, tu hijo, que te hace dueña de tanto dolor como atesora un maternal regazo; inasequible, además, a las heridas y sin cauterizar, la esperanza, María, era un futuro de luz cuando un sorbin de lágrimas buscaba el amor que rompía tu corazón.
¡Lo pensabas tú!
Y como siempre, sin embargo, te niegan la identidad y la ternura. Hacen contigo
el mandil arrugado por la miseria y el hambre, una harapo, la bayeta en su albañal.
Sólo aguardan, acechan y recechan. No te dejan vivir. Te ratean el aire y ni siquiera
los ojos hacen de ti una propiedad: hasta las imágenes se ríen de tu ingenuidad.
Nada te pertenece. Su violencia te sisea hasta las migas del pan, y en tu casa,
arrumbada, por fuera, te hacen ese perro de la calle, abandonado, perdido, flaco y sucio,
con el hocico gastado de rebuscar en las basuras y el lomo herido de dormir al
descubierto … en palabras de David Trueba que te regalo como prueba
del recuerdo de lo que ellos fueron por siempre y tu conmigo, hoy.

viernes, 15 de noviembre de 2019










¡A  cántaros! Hoy llueve a cántaros
 las palabras de un poema; y  sus  versos calan
con  ternura  los confines del silencio:
mi alma o la tierra, como esta lluvia
de tormenta, a cántaros, espera, hacia la vida
días de sol con apacibles ensueños
de amor, como  una esperanza.

Agua de lluvia, invernal, un  noviembre
con hambre de nieve y  de vientos sin
corazón.  Agua de lluvia con profusión
de invierno, regalo de los cielos, mis recuerdos
anclados  en los mil nombres que se trenzan
como los ríos que van a dar
a la mar, que es el vivir; mi recuerdos, a dieciséis,
me llegan como esta lluvia, a cántaros.
Y como la lluvia, hacen fértiles mis días,
escasos de luz y de horizonte, como asideras
donde colgar las sombras que escamotean
las dudas de la sequía otoñal.
!Ay, amor! Esta larga sequía otoñal! 

lunes, 4 de noviembre de 2019










OPÚSCULO

- ¿En qué pagina del vivir se cierra el opúsculo del saber?

-  No me lo digas.

- No será con tu nombre de caracol encendido que gustas
de vestir con gotas de azul y miel;  sabes que
nunca será mío por las derrotas acompasadas
de las sonrisas que te sufrí, con mis palabras de sal.

- ¿Dónde, entonces, buscar,  sin palabras,  para huir?

- Como todas las primaveras, si quieren reverdecer,
 o los veranos, fustigadores de almas
embarazadas de amor, el refugio será un invierno
sin límites de tiempo ni recuerdos, de metal:
el silencio y las ventiscas o las borrascas y les
xarazaes , como un corazón,  también
 hacen hojas, flores, sabores y colores
o lágrimas que nos retornan al otoño y vuelta a empezar:


- Ya lo ves tú, mi pequeña, se hace camino al andar.

sábado, 2 de noviembre de 2019





Mis topónimos


 En el tiempo y los parajes donde habito, en Reconcos, ajeno al compás y al cartabón, los jardines, manchas disformes y dedos sin  flores para  el amor del tacto, escucho las mil palabras en las bocas que fueron vértices de la memoria, contra el olvido. Eran todas  pasión o
impotencia, estación de viacrucis con sus cirineos o peldaños de vida contra la muerte y su improvisada sonrisa para ser la presencia infinita. En este ínfimo espacio, las bocas que fueron en tiempos son la mía cuando hago con su nombre por herencia y la sangre que los conmina a ser recuerdo, esquinas de la vida. Fitónimos hijos del agua o hidrónimos, que riegan tantos epónimos, son alma y resumen de codicias hasta nuestros días que se repiten como victoria contra el tiempo: Ramoniz y Les Meloneres,  cual curva de Litordo ¿en qué boca fue su primer balbuceo? Como la mía y mañana, un paisaje y los colores del orpín, un corazón hecho alfombra en las nubes de papel, anónimo y para siempre, como ahora.   



Almas  de agua y laurel: AGUA NEGRO.

Ay,  María y tu ámbito, negro como un  terror infantil;  tu alma de cristal, transparente, es fractal por  las  palabras de la bestia indómita, tu hijo, que te hace dueña  de tanto dolor como atesora un maternal regazo; inasequible, además,   a las heridas y  sin cauterizar,  la esperanza, María,  era un  futuro de  luz cuando un sorbin de lágrimas buscaba  el amor que rompía  tu  corazón.

¡Lo pensabas tú!
  
Y como  siempre, sin embargo,   te niegan la identidad y la ternura. Hacen contigo
el  mandil  arrugado por la miseria y el hambre, una harapo, la bayeta en su albañal.
Sólo aguardan, acechan y recechan. No te dejan vivir. Te ratean el aire y ni siquiera
los ojos hacen de ti una propiedad: hasta las imágenes se ríen de tu ingenuidad.

Nada te pertenece. Su  violencia te sisea hasta las migas del pan, y  en tu casa,
arrumbada, por fuera, te hacen  ese perro  de la calle, abandonado, perdido, flaco y sucio,
con el hocico gastado de rebuscar en las basuras y el lomo herido de dormir  al
descubierto …[1]en palabras de David Trueba  que  te regalo como prueba
del recuerdo de lo que ellos fueron por siempre y tu conmigo, hoy.


[1] Tierra de campo.- David Trueba, pag. 203

jueves, 31 de octubre de 2019




Un aire habitado.



Aquí en Reconcos, en plenitud de soledad con  mis  palabras y los colores, busco los rincones donde alguna astilla  lleve el nombre o la sangre o las risas o el tacto que me sirvan para una esquina de la biografía contra el tiempo y  la parsimonia del vivir: te espero como si no fueras;  revuelvo y rebusco  para insistir mi existencia con la ausencia tuya que me atenaza para que tanto olvido no  sea leyenda. Para que las aguas que corren por  nuestros dedos, nunca  sean estancas en las olas sin nombre que llegan  del horizonte.
Sí. Aquí y ahora,  en Reconcos, donde reposan los frutos y las almas hilvanadas  por las vidas sin miradas que me precedieron,  desde siempre hasta ahora; aquí, en Reconcos,  me dan vida y  presencia  tantos árboles que  sonríen cuando me transitan con las brisas y el silencio que me regalan: aprendida su lección, el invierno y sus primaveras hacen conmigo  los ancestros que fueron en las vocales  del hórreo: contra los elementos, para mí una pizca del saber  que da aliento al amor con las sombras del vivir, y  la memoria de sus nombres en la despensa del corazón.

domingo, 13 de octubre de 2019





METAFONÍA



Ya lo escribió Eleanor Roosevelt en el libro que se titula "Lo que aprendí viviendo"; cuando habla de la sociedad del futuro en los años cincuenta, escribe esta mujer que " hoy nos enfrentamos a un gran peligro: la pérdida de nuestra individualidad". Y esta parece ser una de las finalidades de los nuevos recursos tecnológicos, aprovechar la pasividad de las personas que ni se preocupan por defender su propia personalidad. "Con el desarrollo de la automatización las personas cada vez ven más difícil ejercer el derecho a ser un individuo".  Y vaya si lo consiguieron. Nos presionan tanto y tan vehementemente que para saber en qué mundo vivimos, fruto de la globalización, ya existe  el concepto  de modernidad líquida que esconde sus características . Y que lleva por delante, arrasa,  a lo que entendemos como  sociedad tradicional. Mientras que ésta se sustenta en unos valores firmes e inalterables que van más allá del tiempo, la modernidad líquida supone un feroz desarrollo del individualismo que destruye nuestra sociedad como refugio y como el entorno social más seguro. Todo lo anterior viene a colación porque si reflexionamos sobre las señas de identidad que nos diferencian como lenenses, no hay muchas de las que tirar para conseguir una definición. Aunque, sin mucho rebuscar,  hay una que sí identifica el concejo por el habla de sus habitantes, aquellos que todavía resisten, con el alma, en el ámbito rural. Es la metafonía, muy nuestra;  aunque ya en franco retroceso, según Rosabel Sansegundo, lenense de pro. Para que el lector profano en estos temas sepa de qué hablamos, el poema que empieza: Un mocecu en Retruyés// con un pelu mató un guetu ...es un ejemplo  de este fenómeno lo mismo que "cimiru, fondiru,  pilu, tuntu y Cuitu Nigru". Y ahora viene otro tema: la guerra entre las lenguas que son demoledoras pues sólo una será la vencedora. Y no creo que haya muchas dudas sobre cuál será el resultado entre el asturiano y el castellano: vista la pasividad que nos caracteriza en este como en otros temas, sin duda que el castellano borrará del mapa  tanto la metafonía como cualquier otra diferencia que sirva como seña de identidad. UN ejemplo más de modernidad líquida contra sociedad tradicional. Después de todo ¿a quién importa que el Everest sea navegable?

viernes, 11 de octubre de 2019

Agustín Casado.

Se ha muerto A. Casado. Después de una vida de trabajo como peluquero  y de  reflexión y
 y de compromiso, Agustín Casado nos deja con la misma discreción con la que batalló, desde su propia ideología, por un Mieres lleno de actividad necesaria para poner a este concejo en el mapa de la Asturias próspera que embelesaba sus sueños. Sin embargo, como su propia  vida, con una infancia muy  parecida a los aceituneros de Jaén, sus ideas se fueron diluyendo como un terrón de azúcar en el vaso de agua: muy respetuoso porque nunca buscaba culpables, lenta e inexorablemente acabó aquella feria de Mieres que él había ideado; como  fue diluyéndose en la nada aquella asociación, "Amigos de Mieres, " que tanta cultura aportó a las generaciones que tuvieron la suerte de acceder a su biblioteca o de asistir a los innumerables actos organizados bajo la atenta mirada de los censores capitalinos con aquel gobernador a la cabeza,  de triste memoria, que se llamaba Matéu de Ros, que Dios acoja en su seno. Y si seguimos con sus inquietudes, profundamente arraigadas en su ideología comunista, este peluquero que cogía la cabeza de sus parroquianos sin preocuparse por lo que pueda haber dentro, con palabras de Julio Camba; este peluquero habilidoso establecía con aquellos cráneos privilegiados diálogos fluidos y respetuosos que siempre suponían un retorno del cliente para volver a empezar. Toda la actualidad de Mieres pasaba por su peluquería, y comentábamos con tristeza, por ejemplo, el golpe bajo que supuso para la democracia y la convivencia el cierre de radio Parpayuela o los avatares personales en las estructuras de los partidos políticos. ¡Tantas cosas!
 Y por lo mismo,  buscaba la compañía de quienes, desde la inteligencia, podían aportar algo para trabajar, según sus palabras, desde la sociedad para la sociedad: ¡cuántas veces me repetiría esta frase! Porque estaba convencido de que era la mejor fórmula, según sus convicciones políticas, para mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos en esta sociedad de Mieres y del resto del país.
Por eso, si ponemos su vida en las palabras de B. BRECH,  lo definen aquellas que dicen: los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles. Y así los trabajos de los días y los años, y Agustín con la cantilena de Mieres en su rutinario devenir, aprovechando cualquier oportunidad para luchar por un proyecto, por una idea, por un futuro. Como el del campus, en un momento en que se cernían sobre nuestro futuro los nubarrones de la crisis del carbón; fue entonces cuando Agustín, que preguntaba, incansable,  para enriquecer su lucha por este concejo, sale a la palestra con el tema del edificio para la universidad o la residencia para estudiantes y el centro de investigación. A los que hay que sumar otros proyectos que estarán enterrados en las hemerotecas como testigos mudos que habría que traer ahora a colación con este Presidente tan dado  explayarse sobre el futuro de esta comarca y de Asturias y del universo. En fin, que pasan los años y  de aquellas batallas de Agustín, que siempre escuchaba después de preguntar, no solo  queda urbanizada una de las zonas más deprimidas de Mieres; como buen peluquero, supo ver y entender que el futuro de esta comarca pasa, sin duda, por el desarrollo de la inteligencia;  lo sabíamos entonces y lo corroboramos ahora aunque parece que todo lo referente a nuestro campus y sus contenidos,  cuesta el doble de esfuerzo asentarlo aquí. Veremos.
 Y para terminar, cosa curiosa, logradas todas las inversiones después de gloriosas partidas de fuegos fatuos entre los engreídos responsables, ni siquiera le dedican un aula con una  placa donde conste  el nombre de quienes defendieron este proyecto del campus cuando casi nadie creía en él, y se decía, sotto voce, que "son cosas de Agustín". Pues ahí está y así fue con el padre de todas las batallas a la cabeza ¿Qué queda ahora?  Nos queda, supongo, otear el horizonte con una gorra-visera y nunca esperar nada para que se haga justicia con este pueblo, Mieres. Es lo que diría Agustín Casado mientras tomábamos un café, en Casa Jamín,  a las ocho de la mañana de cualquier día hace ya tiempo, cuando aún funcionaba radio Parpayuela.


                                                                                               J. Fernández.

martes, 8 de octubre de 2019






Para que me llamen
tal como  dicen y sin tiempo propio
o  límite ajeno ; para el retrato
del domingo con mi figura y algunas de mis palabras,
no basta con el recuerdo y  los silencios.

Para empezar y  puestos a escoger, sin olvidar
las estocadas del amor,
mil cicatrices cosen
el inframundo de mi corazón: de mil colores
y tamaños, hacen mi identidad
como torre de papel. Ahí, donde viven
los mil nombres  que me habitan
y me sueñan o los sueño; ahí, como tantos,
en la torre de papel y su arboleda,
es donde habitan
las cientos de chispas que prenden
el fuego, ese fuego
de ceniza, llena de sentido: imágenes
llenas de dudas  y de vidas o lunas
como un deseo.


lunes, 2 de septiembre de 2019







Campanas


Un día de octubre de 1.934, mientras tronaban los cañones y los disparos de la fusilería hablaban de nuevos enfrentamientos en Ronzón y alrededores, los vecinos de una parroquia lenense, alarmados, se juntaban en la carretera, donde el cruce; no querían que los revolucionarios llevasen las  campanas de su iglesia para fabricar cañones en Trubia.  -"Ya pasamos por la quema de los retablos porque eran muchos y estaban armados", decían; pero eso de llevar "les campanes pa facer cañones en Trubia, ni hablar".
 -Y les campanes nun se llevaron.

Y ahí siguen con la función que tienen encomendada desde siempre, sin límites de tiempo: fomentar la comunicación entre los vecinos de los pueblos dispersos por medio de sus tañidos que lo mismo convocan a un acto religioso que anuncian la muerte y entierro o funeral de un vecino o avisan de un incendio incontrolado. Es decir, las campanas cumplen una función religiosa pero también cumplen un servicio civil, comunal, de gran importancia cuando no estábamos asediados por tanta tecnología.
Y como casi  todos los pueblos del concejo tienen su capilla, con sus imágenes, su espadaña y su campana (si no la robaron o la vendió el cura), dice mucho de sus vecinos la conservación del conjunto que cumplió una función social y religiosa desde los tiempos: no hay que olvidar que cuando los acechaban más penurias que alegrías, para subsistir con la fuerza vital necesaria,  recurrían al silencio de su capilla, con las imágenes  de siempre a las que se encomendaban para vencer el mal que torturaba su alma. Y eso hay que respetarlo porque es un patrimonio espiritual que va  más allá de casas y cuadras y praos; y cuya conservación sería argumento principal contra la desidia cultural, ignorancia, que en ocasiones se les atribuye a quienes viven en las aldeas. Pues bien, este patrimonio espiritual que nos legaron junto a caminos, fuentes, sebes, árboles y construcciones en piedra, ahora que los pueblos quedan deshabitados, sufrirán las consecuencias de una orfandad deshumanizada y correrán serio peligro por la abundante maleza que los destripará. Y como  unos son más frágiles al tiempo que otros, por la soledad a la que están condenadas allá en su humilde espadaña, y porque están sujetas a robos como las de Fierros, no estaría de más que se resaltara su valor con un inventario como ya se hizo en Urueña. Sería un buen ejemplo para demostrar el compromiso con el muy rico patrimonio rural donde está escrita la intrahistoria del concejo y sus gentes. ¡Ay, las campanas de Rosalía de Castro que "Duraran más allá de nuestro olvido", como escribe Borges.

                              
  

martes, 27 de agosto de 2019









Árboles de ciudad

Con pena, marcan la sombra y las brisas del viandante
aunque no los sufra ni sepa de sus afanes por crecer y subir y subir
hasta donde la vida es  nube o la mirada del niño
que perdió el alma en el cometa que se fue.

¡Árbol de la ciudad! Hijo del verdugo
 que sorbe el cemento y la geometría
como índice vital, tu jardinero,  sin alma
para tus primaveras; lo  sufres. 
Y soportas
a quienes ignoran
hasta el nombre de tu identidad;  indiferentes,
al límite, de la vida que te roban
nada comparten que les sirva
ni mucho ni nada
para su esclavitud. ¡Pobres árboles de ciudad!

jueves, 22 de agosto de 2019









Caminos


En silencio, sin olvido en la memoria, llenos de sombras
acicaladas por el polvo y el recuerdo , las pestañas
bañadas en  rímel de la esperanza, los caminos. Valedores
sin tiempo  ni risa que los engañe, nuestra infancia
los patea  cuando,  de La Renta a Ramoniz, desde siempre,
el guiño del retorno es hálito y aliento contra mi decadencia.

Ligados al amor de siempre y la ternura,
son corrientes marinas hacia la vida
en el mar proceloso de la duda y la incertidumbre.
Y como siempre,
 la eternidad en sueños, hoy y mañana
o nunca, cuando vuelvo, son ¡mis caminos!.

lunes, 12 de agosto de 2019







La finitud

Me cerca la finitud  con  palabras lánguidas y memorias
que afloran cuando llueve  con sol o un aire
descubre las letras de tu nombre allá, en  mi  secarral.

Me cerca la finitud. Es soga al cuello,  inexorable;
y si acaso los días,  asfixiantes, tampoco ayudan; entonces
ni el verso ni la pluma ni las manos entrelazadas
con tu sonrisa, me hacen libre de la finitud.

¡La finitud!: sombras con su nombre me rodean
 y aparentan sabe
Dios qué tiempo ni que momentos
para tan largo viaje, como un instante sin reloj,
sin números y casi sin palabras.

¡Difícil!  Y valga  como plegaria:

¡más que la muerte, el amor!: y si me voy,
a quienes me esperan les llevo gramos de tu amor
y nunca restos de las  miradas. También
flores en  primavera del cerezo de Ramoniz,

y lo que ahora me embarga: la vida es larga y el arte espera. 

jueves, 8 de agosto de 2019



CURIOSIDADES

¿Dónde está el origen de este mundo geopolítico cuyas líneas fronterizas están marcadas con sangre y con mentiras? Sin duda que uno de los conceptos que lo sostienen es el denominado globalización, sinónimo de mundialización, y que supone un mercado único; de ahí la sangre y la mentira y la pobreza como puntos de referencia para quien lo quiera entender.  Y aunque a nosotros nos sirvió  para superar el  concepto de "terruño" con los novísimos recursos tecnológicos que, en teoría, nos pueden apartar de la categoría social de patanes; sin embargo en este pobre país,  donde la democracia está en una jaula de papel, cada vez somos más intransigentes y  más crédulos. Es público y notorio la facilidad con que se nos manipula por las fuerzas del averno sabe dios con qué miserables fines: innumerables ejemplos dan  cuenta de la fuerza inaudita que tiene internet en cualquier punto de la tierra como si fuera una canica en manos de un niño. Y hablando de internet, y  como casi siempre nos movemos por la curiosidad cuyo soporte principal es el lenguaje (no existe lo que no se dice), en esta ocasión nos planteamos conocer el origen de la palabra GOOGLE,  lo que hay escondido  en su alma, como si fuera un ser humano, que lo es.
Sin duda que es el navegador más usado para entrar en internet,  y como escribe la misma empresa sobre este neologismo,  "refleja la misión de la compañía de organizar la inmensa cantidad de información disponible en el web y en el mundo."Pero ¿Cual es su base etimológica? Veamos: en el año 1.930 para dar nombre al número/ 1 seguido  de cien ceros/, Kasner, matemático,  mandó   a su sobrino que le pusiera un nombre.  Éste le propuso el nombre de  googol, a posteriori muy usado en el ámito cintífico. Y como era un niño avispado, para un número todavía mayor, un /1 googol de ceros/ le llamó  googleplex. He ahí el étimo del navegador, convertido en un símbolo del seudoimperio americano.

Y para consolar a los nostálgicos de un pasado, vamos en busca de un símbolo de otros tiempos que llega hasta nuestros días. Y aunque fueron tan convulsos como los actuales, la Edad Media y su camino de Santiago nos legaron la concha de vieira, que es el atributo del peregrino con  mayor prestigio universal. Y como la vemos en la carretera cual señal de tráfico, otra vez la curiosidad nos lleva a describir alguna de sus características, sabiendo, por ejemplo,  que en el mundo grecorromano Venus nace de la concha de vieira y de los genitales de Urano tal como Botticelli lo plasma en su  delicado cuadro con la técnica de las ropas mojadas. Pero como el viaje del peregrino auténtico no debe estar para mucho erotismo, nos hacemos cruces cómo aquellos panzudos canónigos de la catedral la aceptaron si era un símbolo de la sexualidad femenina; pero no es de extrañar pues tienen el don de la palabra que todo lo puede. Como pudieron diseñar la ciudad de Santiago como concha cuyas calles abocan todas al centro donde está la catedral; pero sin ir tan lejos, la que vemos en La Barraca tiene un diseño que no está de más conocer para ir con la cabeza tranquila a les vaques. Es una concha estilizada, con nueve líneas que parten de un vértice y suponen los ocho caminos gallegos más el íntimo de cada cual. Son estos el Francés, el Portugués, el Inglés, el Primitivo, el del Norte, la Vía de la Plata, la ruta marítima  de la ría de Arousa y el tramo Muxía-Finisterre. Y con el nueve como número simbólico. ¡Vaya con los canónigos!

sábado, 27 de julio de 2019





En este instante, breve y duro instante,
¿dónde el deseo, avispa de las  miradas? ¿Será verdad
lo que me grita el silencio que nunca lo es, insolente?
Que me  deje de nombres y evite  la escondida
senda del tacto y sus mordidas, en sangre,
es su demanda.

¿Y las palabras?

Sí, quedan las palabras. Su aroma, el soterrado perfume
que las viste de amorosa
variedad, la sutil mariposa como un corazón.

¡Las palabras!

Son el camino, el Moisés  del mar o del amor,
las que exploran las sombras
que nos regalan como frutos
de  la edad, nunca tardía. Son los  trucos
del reloj  que llevamos para pensarnos cuando
hurgamos, ciegos,  en las ruinas
que habitan las telas de mi  inteligencia. 

sábado, 20 de julio de 2019









El adverbio.

Con el alba, en el balbuceo del amanecer,
sin aprendizaje alguno, estás incrustado
 en el alma: espacio y tiempo arrullándonos
en silencio, obviando las miradas. Lo mismo que un pecado.

Y si largo el camino -¡cuanto más largo!- como escudero
de las contradicciones de paloma
con pluma de  gavilán, eres exacto y puntilloso o acerado
para la pústula del amor, el remordimiento :
un adverbio de azul,
mi patrimonio de coral en el dedo corazón,
me retiene en la esperanza
del vivir como recurso principal. Cualquiera
sea, es rotundo en el lagrimeo y te obliga
a volver y cifrar los deseos
en el silencio que habla con tu oscuridad.

domingo, 14 de julio de 2019


                                                    PIEDRAS MARCADAS

Había preparado bien los fundamentos del reportaje. Había consultado las fuentes todas que hacían  alguna referencia al encierro de Barredo: discursos, reseñas, hemerotecas. Pensaba, mientras lo hacía, que de ninguna manera la demagogia teñiría ni total ni parcialmente las ideas que manejaba para el trabajo que preparaba. Y cuando corría el riesgo de una desviación o para descansar, se sumergía en el espíritu  de África de la mano del escritor que le ayudaría a descubrir el continente desde otro punto de vista, Ébano. Fue entonces cuando, de repente,  encontró  la fórmula para redactar el informe, tan sencilla como el estilo  de Kapuscinski quien escribe que África no es un continente. África es  pueblos, tribus, clanes, aldeas, ritos, violencia y enfermedad. ¡África no existe!  Justo la idea que necesitaba para empezar el trabajo: nada de nombres que puedan mascullar despecho, farfullar argumentos  o  atizar venganzas. Es la idea  que necesitaba  para entrar de lleno en la ciudad- protagonista de su reportaje, sin molestar. La ciudad cuya historia quería sacar de las garras del olvido, la ciudad cuya principal peripecia, en estos años, fue contar los dineros sin rastro que llegaron cual maná en el desierto para los hambrientos de pan: aquellos ojos en el negro del carbón en el rostro, lámparas. Las  manos que ayudan a los partos de los montes en el cuerpo de la mina, expertas, ágiles y minuciosas. Almas  cruzadas por las vetas todas  que el miedo y un futuro terror, la inseguridad,  provocan en las simas del pensamiento: como las del carbón tras las que aúllan la ambición y la avaricia sin compasión. 
Fue entonces un  remolino, alma del tornado que provocó nuevos destinos, diferentes tormentas, muchas miserias, y apuntes geográficos donde las biografías de antaño quedaron desdibujadas en las cuantías del oro,  prejubilaciones. Fue entonces una ciudad diferente, llena de nombres sin gente, llena de actitudes y muestras de ostentación. Una ciudad que perdía lenta e inexorablemente, sin prisa y sin pausa, las letras de su nombre por el óxido del euro  que el tiempo manda para corroer los pilares que eran  el sustento de su futuro. Desde entonces el mañana es un congelado de  esperanzas que provoca, seguro, aires mortecinos en  las fachadas de siempre.  Por aquellos cíclopes de la libertad, salen ahora  a la calle manos de manicura que arranca de los dedos los colmillos del carbón; kilómetros de músculos tersos, brillantes, a lomos de la más alta tecnología del ciclismo, ropas y bicicleta. Cuerpos aromatizados del macho en la ciudad, amante del ejercicio que borra la memoria del aire de la sílice asesina. Pobre  ciudad, desarmada por la estupidez cuando todas las razas de perros de raza  son mensajes de status  y delicadeza con alma de hipocresía. Pobre ciudad cuyo blanco  de peatón lleva el traje de la altanería en sus ojos contra la deferencia: - Ya sé que puedo pasar. Dicen y, desafiantes, cruzan.
 También recogeré, en recuadro,  un producto social  tópico de su ambiente. Producto colateral de la circunstancia,  imposible dejar fuera las soflamas incendiarias, cual nueva Sodoma, de aquel falangistón, culto y  excéntrico, contra los nuevos ricos, vecinos de sus carencias en tiempos de tragedia: bien quisto, sus dicterios en los templos de la gula, las sidrerías y sus centollos, eran la comidilla entre quienes participaban en la degustación de las exquisiteces del mar. Aunque no lo entendían porque nunca lo escuchaban. Nunca lo entendían porque el griterío, en el templo,  ahogaba sus palabras. ¿Que  nuestras jubilaciones nos hace gentiles, educados y pulcros? –Pues claro. Decía el de la esquina con un trozo de langosta en la mano. ¿Qué son la piedra de toque de toda amistad? Sin duda, jajajajajajajaja: todos los fines de semana nos juntamos la peña  para degustar un cordero a la estaca. ¡Qué mejor pues también dice que el oro es el padre del pan! Además es fuente de vida, que hace jóvenes y bellos a los que se bañan en sus corrientes maravillosas, y envejece a aquellos que no gozan de sus raudales. “ Así que posiblemente sea la envidia o la mezquindad el móvil de tus críticas”. Escucha alguna vez del  socarrón de turno, seguro de que su pensión llega, puntual, el día trece del mes siguiente. 
Y el falagistón, harto de los futuros  caídos en España por la gota y el colesterol, busca, con los luceros del amanecer, el  cobijo en su alma  que encuentra consuelo en sus reflexiones cuando descansa del  peregrinar en el raido butacón de su cuartelera habitación. Se siente poeta de  los laberintos insondables. Y como ellos, en las vetas de su sensible corazón, también se siente con boca de caballo porque presiente un destino, el suyo,  ligado  a la nada de su ideología trasnochada!  Y admira en el silencio de la noche, ¡envidia sana!,  a los poetas que presienten una muerte temprana. Como el poeta inglés  Keith Douglas, el preferido, muerto a los 24 años durante la IIª guerra mundial, en un pueblecito francés. Y  el poeta lo sabía. Sabía que una bala segaría su vida.  La misma que mato a Lorca  y lo sabía ¡Bárbaros! Por cierto, del  Keit me gusta cómo  describe, con elegancia suma, la educación y valores del conservador comandante de su regimiento. Aunque lo compara con  un elefante en una cacharrería, por sus formas,  carente de tacto en absoluto y sin imaginación alguna. Más  que nadie, escribe, este comandante tenía la virtud de sacar de quicio en el menor tiempo posible a todo un regimiento. Sin embargo, ni un ápice de acidez en las palabras del poeta. Y el falangistón piensa con cierta ironía  en estos pobres hombres, ricos desclasados a los cuarenta años de vida y pocos de trabajo, cuyas vocingleras conversaciones son el interminable discurso del hablar sin decir: para ellos, el día se mide en los kilómetros de la  bicicleta o los planes para vacionar en Roquetas de Mar, con la temperatura del agua como idea única para escoger el bañador. Y como el comandante inglés, pero sin saber estar, tienen aversión a la conversación intelectual, la música y la pintura. Y al contrario que el comandante inglés, nunca sabrán poner una palabra  para describir cómo  se maneja un hacha o se dispara un rifle. Ni para hablar del  tiempo de las cosechas o de la  sangre de sus ganaderías. Por descontado, si en el comandante inglés son temas  que sacan a la luz su amor por la campiña inglesa, en estos nuevos ricos estorba su afición por justificar el despilfarro  con la  displicencia  como argumento para su nuevo status social. Pero  una vez más,  cansado, el falangistón arrulla sus pensamientos con el silencio y la tristeza por el rechazo que siente y la incomprensión manifiesta.
Y entonces deja paso a la autora del reportaje quien recopila  y  transcribe los datos sacados del estudio sociológico sobre el tema,  de reciente publicación; sabiendo que  hoy, en el 2014, la sensibilidad ya es otra, rehuirá la tentación de lo fácil, sin embargo, por el respeto que le merecen los de entonces, los otros mineros. Aquellos. Tal vez por la cuna que la meció,  y que tenía  como juguete la angustia del grisú. Tal vez porque el carbón tiñó de negro las canas de la familia… El caso es que el tono no es el habitual, cuando  Laura habla de los mineros que fueron vecinos. Y  la crítica acerba como sustancia, no ha lugar pues  la autora pertenece a otro momento de la historia de este país: cuando camarera para pagar sus estudios, el esfuerzo era el motor de su vida, y la información, en un pueblo de provincia y periférico, era el gusano que la devoraba cuando recortaba los artículos de opinión de los suplementos en la cafetería donde doblegaba el cansancio con la necesidad de trabajar: el camino fue abrupto , y el esfuerzo ingente para conseguir los objetivos marcados. Hacer bien la tarea encomendada buscando siempre la calidad. 
No son de extrañar, entonces, las fuentes que usa como referencia,- Quevedo, Rubén Darío-, y ¡oh sorpresa! Michel Qoist con su Oración por un billete de mil pesetas:

Me asusta, me da miedo
Porque tiene muertos sobre la conciencia.
Todos los desgraciados que se suicidaron a destajo
Buscándolo,
Para hacérselo suyo, poseerlo unas horas,
Sacarle unas migajas de placer, de alegría, de vida.

Muy apropiado, por cierto,  para la descripción del  mundo de los suyos, otrora, con el carbón en la sangre. El texto era el filón que le permitía encontrar la veta  con nombres en los ojos que poblaban los recuerdos de  su infancia, alma de tantas sombras como allí estaban igual que  piedras marcadas por la tragedia de una explosión.

Por eso divagaba con sus escritos de notas en la noche cuando, acompañada de Luci, buscaba contenidos que susurrasen su sentir con aquellos que a estas horas arramblaban los sueños a la esperanza: volver después de entrar en el pozo, sabiendo que, sin tiempo, desde siempre,  había mucha muerte detrás de tanta riqueza: boina raída, traje azul-marino, zapatos de planta interminable, bombachos;  prole numerosa por el ansia de vivir y del momento, la mina era el alma de su vida, la madre de los pequeños placeres, escribía con rapidez para que nada fuese escritura en el agua, camino del olvido. Entendía ahora el afán suyo por estar siempre quietos, frente al sol, en reposo el alma y el cuerpo como el bien impagable que era no estar en la extracción del carbón, sin memoria del peligro: espacio de vida para otra vida que no fuese la sombra y el silencio de la galería. Entendía también que el vino, aire de la alegría,  alimentase la efervescencia de la palabra recia y el espíritu. Y entendía que su principal misión era la procreación sin pausa, el trabajo, el libramiento y la soledad: nadie entraba en los recovecos del miedo que le atenazaba sin sentirlo. Entendía, sí,  la razón de los instantes y el momento, sístole y diástole de su sin vivir. ¿Quién pone puertas al pulmón que el odio de la sílice corroe? Y ella anota en su cuaderno que un impulso del corazón es  lágrima  en  sus ojos.  Lía un pitillo-afición escondida- para respirar hondo y sigue para recordar la razón de ser allí, ellos, carne de yugo, uncidos al olvido y a la desesperanza. ¡Mal fario su vivir! Anotación.

Y así un día, las noches y otro día: Aquí se vive como se puede, se mantiene malamente  la esperanza, nadie sabe de qué, son las reflexiones de aquel martes de lluvia, escritas en el pórtico de la capilla. Que tiene su espadaña y  la campana en cumplimiento de una promesa en la guerra. Y un santo protector - ninguno mejor que San Antonio de Padua-;  elementos de construcción sin lujos, y paredes blancas sin referencia escrita alguna, como todas las ermitas del ámbito rural, tiene vocación de capilla, y la cumple feliz: es cáliz, cual sangre vecinal,  de las esposas, hijas, viudas o madres que la habitan. Es el espejo que recoge sus almas asustadas, llenas de inquina contra la impotencia y el sufrir. Es un concepto. Sus cimientos están en el aire que entra en las cocinas de la necesidad, son los brazos de la firmeza que se necesita para olvidar que la tierra que los persigue los hará suyos para siempre. Sobrevuela el círculo de la convivencia como símbolo de unidad, cual vértice de Muñón. 
Es  San Antonio quien saca en volandas, a la procesión, la identidad de la familia, ejemplos, cada una, de la lucha por la supervivencia, noria que gira alrededor de un mandil. Con la cocina cual patio de armas, la limpieza y la división en días del montante del jornal, la madre  es el recurso para sostener el erario familiar: parto de los montes su permanente vivir, sabe que algún día las viejas plañideras la harán dueña única de los trabajos y los días, en soledad, en tálamo del dolor. Será entonces su vida milicia contra la malicia, sombra torva del hambre de pan, las múltiples  vidas de sus entrañas son el cielo de sus recuerdos, las nubes que fertilizan sus palabras, los colores  para las formas de sus pensamientos.  Destino el suyo oculto en el sembrado más allá de la ería, escrito en la línea del horizonte. Apunte de un  atardecer.

Y para cerrar, en la búsqueda del verde que tiene su punto y su luz y aire propios, un apunte geográfico para ubicar a tantos con un nombre colectivo: un mapa para el corazón de este cuerpo cuya sangre es la propiedad: las marcas con sus árboles cual merlones de la ambición, el mojón que habla de la línea de la mezquindad, los avatares de la fortuna en los registros de la propiedad. Señas de identidad para almas gemelas que beben los chorros del arcano  que sale donde no hay nada que esperar. Nada porque más allá del tacto todo es búsquedas y disculpas y argumentos para romper el silencio, frente al sol, sin amanecer, todos en la plaza que es  ágora de las manos que siempre hilvanan los trapinos  del ayer.  

 Fueron aquellos con boina, lámpara de mecha y picachón  los que abrieron las puertas del consumo a estos voraces depredadores de ahora que las cerraron  a los siguientes, sin remedio, a cal y canto para siempre. 
Es la diferencia.